En Valdepeñas hay algo mucho más famoso que el vino, su párroco. El padre Emilio Jesús Montes lanza desde el púlpito sermones incendiarios, llama en las homilías tacaños a sus feligreses, y les invita a pagar las obras de rehabilitación de la Iglesia por bizum porque no está muy convencido de que Dios proveerá. La nueva estrella del folklore eclesiástico español no se deja nada en el tintero y lo mismo arremete contra los programas de higadillos que contra los realities, o el sexo. A Dios rogando y con el mazo dando. Eso del Tilder ni son relaciones, ni son nada, proclama en la liturgia, con su gracia divina. Aunque sermonea contra los vicios del postureo, el sacerdote decidió inmortalizarse y pintó su cara en un fresco de la iglesia del Santo Cristo de Valdepeñas caracterizado de Santiago Apóstol. Obviamente ha salido hecho un Cristo porque pintar tu jeto en la pared es casi peor que hacerse un Ecce Homo en Borja. Este clásico de los zappings televisivos, no respeta ni a la pandemia. Ahora cuestiona la ciencia porque no está al nivel del Altísimo. "Ninguna investigación científica puede estar de espaldas a la medicina de Dios", predica como si fuera el Evangelio. Teniendo en cuenta que Valdepeñas es tierra de buenos vinos y en la misa, el oficiante echa un trago pues, según la concentración o impregnación alcohólica de la que participe, podría entenderse casi todo. Señor ¡qué cruz!

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