I se pudiera hacer algo peor, ella lo haría. La lista de derrapes que suma la ministra Darias ha derivado en un vodevil con la vacunación de los futbolistas a dos días de la Eurocopa. Treinta millones de vacunas después, ha habido pelea por cincuenta para la selección. Pan y circo. ¡Menos mal que les han puesto Janssen porque, si no, antes de la segunda dosis ya estaban en casa! Las chapuzas en el Ministerio son una constante. Hace una semana, encabronó a seis comunidades decretando una hoja de ruta de desescalada unilateral para luego dar un volantazo y recular. Y todo sin olvidar el lío montado con la segunda dosis de los menores de 60 vacunados con AstraZeneca. Vale, que inicialmente se retiró por los famosos trombos. Pero luego han metido más miedo en el cuerpo, desautorizando a la EMA y encargando un estudio exprés para ver qué pasa mezclando fármacos. ¿De verdad hay que fiarse de un ensayo con 600 personas? Y lo más surrealista es que se haya acudido a un comité de ética para consultar si un ciudadano puede elegir un segundo pinchazo de AstraZeneca. ¿Un informe ético? pero ¿no debería ser científico? Tener que firmar un consentimiento informado (un allá usted con su elección) es un disparate. Esta decisión no puede, ni debe, tomarla la ciudadanía. ¿Por qué se le traslada? Toda la vida pidiéndonos que no nos automediquemos, y nos salen con estas.

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