N la República de San Marino le han dado vuelta a esto de la pandemia y se han inventado el turismo de vacunación. Las reservas de hotel de extranjeros incluyen la vacuna a 15 euros la dosis con el compromiso de volver en un mes para la segunda inoculación. A quien le guste viajar y además ser diferente dentro del rebaño -la vacuna que se suministra es Sputnik- lo tiene a tiro. En San Marino no ha habido prácticamente muertos en el últimos mes y en torno al 70% de la población ha recibido al menos la primera dosis. Les sobran vacunas y el fondo de inversión ruso que gestiona los viales en el extranjero está más que dispuesto a llenar de jeringas el pequeño país dentro de Italia. No sé si en este caso se puede hablar de turismo de calidad, pero casi al mismo tiempo que San Marino iniciaba esta campaña, el presidente español anunciaba la apertura de las fronteras al turista extranjero y en especial al británico, que ya se sabe lo que en muchos casos busca en Benidorm. Las puertas están abiertas de par en par y, a falta de vacunas, serán recibidos con un cálido abrazo. Da igual que algunos ciudadanos españoles hayan estado retenidos varios días en Londres por viajar sin papeles. El sol y la cerveza esperan a la british people y para eso solo se necesita cuerpo de jota. La jugada sería redonda si el equipo de Pedro Sánchez consigue sintetizar la vacuna y convertirla en condimiento de la paella o ingrediente de la sangría. Se iban a enterar en San Marino.