ESPUÉS de los pobres avances en las negociaciones, Junts volverá a abstenerse hoy en la segunda sesión de investidura encallando el barco de la gobernabilidad y certificando el bloqueo de los poscorvengentes. Como en el caso del Ever Given la incertidumbre se instaló en el veto sin importar el resultado de las últimas elecciones. Los gabinetes de crisis están en marcha tras el esprint final del fin de semana para desencallar una investidura hoy también fallida. No era lo que parecía, que para poder mover ese buque a algunos les diera por remolcar, empujar y tirar de los resultados rumbo a la gobernabilidad. Dragar el fondo tampoco parece una opción en un escenario donde todos quieren aspirarse a todos a pesar de estar el independentismo eternamente condenado a entenderse. La última opción es aligerar el peso, la descarga del buque y que la cosa flote, pero nadie, empezando por el hombre de Waterloo tiene intenciones de desviar su rumbo pese a que el barco ya no sabe a dónde va y a él siempre le ha ido bien el manejo del timón a distancia. La partida se jugará hasta el final, que es hoy, hasta seguir el atasco otros dos meses para desencallar una situación que reeditaría las elecciones. A barco más grande, más difícil de mover. Los remolcadores podrían iniciar sus maniobras, comunes y socialistas ofrecerse de apoyos externos a un Aragonès atascado que quizás, en un ejercicio posibilista y como en Suez, quiera cambiar de inercias.susana.martin@deia.eus