L whatsapp, que es un invento, ha salvado a los militares jubilados que, en un ataque de teléfono y de golpismo, se dieron un baño de caracteres sobre fusilar a "26 millones de hijos de puta". Han librado del delito de odio, no considerado en esta cuestión porque, según el fiscal, eran mensajes entre amigos y las burradas eran como en familia. Que no había intención de publicitarlas fuera del chat y que había tanta confianza que se ha venido a confirmar el refrán popular de que en ese lugar, cual sea, por ejemplo un váter, donde se hace lo que a uno le sale de donde sea porque hay confianza, efectivamente, ahí da asco. Al whatsapp le puedes poner toda la confianza que quieras, puedes insultar, vejar, amenazar, alentar a un golpe de estado, aunque guardes tu medallero de juventud y a veces te cae la mundial y otras no. Debe radicar aquí la diferencia con los malos ripios de Hasél, que el rapero los soltaba a ristrazos de tuits que es algo así como hacerlo a voces en la plaza y los militares lo perpetraron en el chat, entre amigotes, como si estuvieran jugando un mus de jubilados, a señas y sin hablar. El derecho a la libertad de expresión y opinión son garantías para el debate público, según la fiscalía, aunque este debate era muy privado. ¿En qué quedamos? Si desea fusilar a 26 millones de rojos e independentistas empiece por desahogarse en el teléfono y elegir con acierto la app. susana.martin@deia.eus