IENE algo de infantil esta decisión de la Audiencia Nacional de no hacer progresar de grado a un preso de ETA porque no se cree su carta de arrepentimiento. Si el postureo ha llegado a las cárceles para la progresión de grado, a ver qué estado de Derecho le dice que no a eso por mucho que las misivas con su "falso" perdón salgan hechas a troquel. El mejor perdón siempre ha de ser sincero pero el que vale pende básicamente del gesto. Y si no a ver quién señala a quien perdona de perfil que no acepta su perdón, quién tiene linterna de espeleólogo para mirar adentro y saber cómo de arrepentido está uno por la expresión más o menos categórica de sus palabras. Creerse el arrepentimiento es una cuestión de fe, como una carta de amor poco apasionada o un emoticono del whatsapp, que nunca se sabe qué significa en realidad. Intentar amortizar una carta de arrepentimiento es tan feo como despreciarlo por no alcanzar las exigencias creadas. De ser así, debiera existir un catálogo que cumpla con lo esperado, un perdonómetro con unas frases tipo que satisfagan a los jueces cuando leen los textos, como quien corrige el examen de alguien que lleva toda la vida suspendiendo y para quien ya no vale ni el cinco pelao. Cuando uno exige este tipo de cosas para ofrecer otras sabe a lo que se expone, a una expresión ladina, un gesto fútil, una verdad a medias. Las víctimas que han perdonado supongo que saben de este dobladillo, y ahí están, perdonando.

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