L debate de las mascarillas se repite. ¿Recuerdan que al principio no hacían falta y luego fueron obligatorias? Pues ahora las quirúrgicas ya no parecen proteger lo suficiente ante las nuevas variantes del coronavirus y se imponen las mascarillas FFP2. Se confirman como las más útiles después de que algunos países como Austria hayan establecido estos tapabocas como obligatorios en lugares públicos cerrados. En Alemania han prohibido las de tela en los medios de transporte, y Francia pretende retirar las caseras de la circulación. El presidente de la Xunta también exige imponer las más potentes en el transporte. ¡Y yo viendo por la calle unas de rejilla que no sé si sirven para enseñar la pintura de labios o el bigote! Me preocupa mucho que el señor Sánchez y sus ministros se hayan pasado a estas mascarillas FFP2, las que más protección ofrecen, pero las más inaccesibles porque han quedado fuera de la rebaja del IVA. Ante su coste, me temo que mucha gente prolongará su vida útil mucho más allá de cualquier caducidad sensata. Y eso es tanto como decir: si usted tiene dinero invierta en salud. Sin tener en cuenta la situación cada vez más precaria en que se encuentran miles de economías domésticas. Al final todo se reduce a capitalismo del duro. La ley del que más tiene. Quien más pasta maneje, antes se salvará porque podrá comprar las mascarillas más caras y eficientes, y se podrá vacunar a escondidas.

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