O de estos altos cargos (hablo de los señores Sabas y Maiz) que se han colado en la vacunación contra la covid es oportunismo vomitivo. Porque han usado vacunas que deberían ir a los sanitarios que se baten el cobre contra el bicho y a nuestros aitites, a esos mayores de 80 años que llevan un año cruzando los dedos para que no les pille el virus y se los lleve por delante. Ningún gestor debería ponerse la inyección hasta que no estuviera vacunado el último celador de su hospital. ¿O es que en ninguno de sus centros había personal sanitario, de mantenimiento, limpieza, cocina... localizable para administrar las supuestas dosis sobrantes? Es terrible la sensación de impunidad que se transmite cuando hay tan pocos antídotos y es tan fácil desviarlos. Aunque los principios morales no dependen de los colores políticos. Estos días hay lista de ceses y dimisiones por este tema. En Murcia, el hasta ahora consejero de Salud, Manuel Villegas, ha sido otro figura. Es un sálvase quien pueda sin justificación, y una torpeza bobalicona, como la que provocó la dimisión del director de Emergencias de Osakidetza por saltarse el confinamiento y estar en su residencia de Castro. El enchufismo siempre sobra, pero cuando esta mos en una pandemia que en Euskadi se ha cobrado la vida de más de 3.200 personas es una lacra insoportable. Los que se creen por encima del bien y del mal son el grupo de riesgo más peligroso para la salud.

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