LGO está cambiando cuando a la eterna pregunta de ¿qué quieres ser de mayor? más de un niño y una niña contestan: "Hacer una oposición". En mi época debíamos ser muy tolai cuando con 10 años ni sabíamos lo que era un funcionario y mucho menos en qué consistía su trabajo. Ahora las OPE son una oferta más para la vida, no importan los talentos, gustos o inclinaciones profesionales, la tendencia es "entrar". El funcionariado es un proyecto en sí mismo, nos lo enseñó la anterior crisis económica que apartó de un plumazo las aptitudes por el trabajo fijo y sin sustos. Teniéndolo claro desde la más tierna infancia, casi como una vocación o un sueño acariciado, las legiones de futuros opositores se lanzan a la carrera cueste lo que cueste así sean los 12 euros que tramita la Diputación por cada opositor, acabe presentándose o no. La organización de cada proceso cuesta un dinero que paga la institución correspondiente, es decir, todos los ciudadanos, desde el salario del profesor hasta los bolis. Que se organice un proceso para miles de personas y que acaben presentándose la mitad exige una fianza, una señal que en algunos otros territorios llegan a los 30 euros, vengas, te sientes o no. La plantilla envejecida o el proceso constante de convocatorias traerá más gastos en la organización de estas legiones que ya tienen un precio para el convocante y el convocado bajo el objetivo de rentabilizar el gasto. Si se trata de disuadir, sale más que barato.

susana.martin@deia.eus