N medio del ruido del covid, se agradecen los debates ajenos y sobre todo con más recorrido de cara al futuro. Cerca de los 50, una legión de conductores -el problema no parece ser el mismo para las mujeres- clama por las restricciones de velocidad en la capital vizcaina, que se fija en los 30 kilómetros por hora. Muchos de ellos desconocen que hay lugares como La Manga del Mar Menor en los que durante casi 20 kilómetros la velocidad máxima permitida es 50 kilómetros por hora, algo que también resulta misión imposible para buena parte de la parroquia. ¿Es un incordio circular a 30 km/h? Por supuesto, los coches de hoy dan mucha guerra circulando a esa velocidad. Aunque, si uno lo piensa bien, los semáforos tampoco permiten reducir mucho más el tiempo de viaje en núcleos urbanos si se transita a una velocidad de 50 kilómetros. Da la impresión de que lo que se analiza y critica es el margen para ir más rápido. Si el límite está en 50, uno puede arriesgarse a circular a 65 sin ser multado y hasta jugársela por encima de esa velocidad confiando en no ser detectado. Con un límite de 30, todo cambia. Habrá quien se la juegue, quien respete el límite y quien decida dejar el coche en casa porque caiga en la cuenta de que no le compensa ni el tiempo que gana en el viaje ni la búsqueda de un aparcamiento, con el consiguiente alivio para el medio ambiente. Y por su parte los peatones podrán disfrutar de una ciudad más amable.