I algo sabemos del dichoso coronavirus es que no se va ni con agua hirviendo. No queda otra, dicen, que acostumbrarse a vivir con esa piltrafa de proteínas y ácidos nucleicos que nos trae de cabeza. Y en la calle cobra fuerza ese runrún que anuncia nuevas oleadas y aumentar el temor a que el bicho nos confite también el verano. A la espera de un nuevo revolcón que esperemos no llegue, hay otras olas a las que subirse. Entre las más importantes, está la de recuperar la actividad económica, una cuestión más que compleja para muchas compañías y que requiere de la implicación de las empresas y los trabajadores. En ese contexto, el boom del teletrabajo durante estos últimos meses marcará un nuevo rumbo que es necesario encarar con un marco legal bien afinado y con sintonía entre empleados y patronos. También son necesarios los acuerdos en el ámbito educativo, que afronta el próximo curso varios retos. Desde luego el de gestionar, en su caso, el regreso del covid, pero pase lo que pase tendrá que revisar el modelo de cara a adaptarse a la irrupción de las nuevas tecnologías en las aulas. El classroom también ha venido para quedarse a la hora de afrontar la enseñanza a todos los niveles, no solo aquellos en los que el ordenador ya había desplazado al cuaderno y el bolígrafo. Así, que de ola en ola y a la espera de que no llegue otro tsunami vírico todo apunta a que no vamos a tener mucho tiempo para aburrirnos.