DUDAS ante la culpabilidad de los acusados, fallo a favor. In dubio pro reo. Triunfa la presunción de inocencia. El PP ha respirado tras su absolución junto a tres de sus trabajadores por la destrucción de los famosos discos duros en que el extesorero guardaba celosamente la contabilidad B. No hay pruebas, salvo unos discos destruidos con afán, hasta 35 sobreescrituras, y el rayado laborioso de los soportes. El PP no es culpable porque la culpa la tienen los discos duros, esos delincuentes indeseables, una organización criminal, por estar justo ahí, en el 13 de la calle Génova. Casi debían ir borrachos, los discos, sin pasar ni un control de alcoholemia el día que a alguien le dio por sobreescribirlos y apalearlos. Un disco duro ha declarado que nada recuerda de aquella mañana de 2013 porque lo molieron a golpes y que, total, él ya está destruido, como el sumario que curiosamente desapareció y que tuvo que ser remendado con los documentos que aportaron las partes. Toda una gran casualidad, un partido con su financiación ilegal en unos archivos sometidos al protocolo oficial de la empresa de borrarlos cada vez que se cambia de usuario. El PP exige que se le pida perdón por semejante afrenta de dudas y deshonores pero el historial de la tropa es un criadero de cookies. Los discos duros callan del susto que les dieron asumiendo que el marrón se lo comerán ellos solitos con la colaboración impagable de Luis Bárcenas, el señor de los pendrives... y de las culpas. Reset.

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