NO sé si recuerdan que hace ahora 131 días acudimos a las urnas para elegir a nuestros representantes en el Congreso y el Senado. Lo que seguro que sí saben es que esos 131 días después sigue sin haberse formado gobierno. Pedro Sánchez, en funciones en el Palacio de La Moncloa, necesitó casi noventa días para someterse a una sesión de investidura y lo hizo con tan pocas ganas que solo sumó a sus 123 diputados el apoyo del representante del PRC de Revilla a cambio de la licitación para estudiar una conexión ferroviaria entre Bilbao y Santander. Fue un suspenso en toda regla. Pero en lugar de ponerse a estudiar al día siguiente, decidió que era mejor irse de vacaciones y dejar los deberes para septiembre. ¡Con lo bien que se está en agosto en Doñana a costa del erario público y sin gastar un céntimo de su bolsillo! 128 días ha necesitado para elaborar un documento de 75 páginas y empezar a descolgar el teléfono en busca de apoyos que le permitan seguir otros cuatro años en Moncloa. Pero lo ha hecho otra vez con tan poca gana que, en vez de presentar un programa de gobierno, ha escenificado lo que podría ser su programa electoral para las elecciones del 10 de noviembre, de las que, me temo, no nos salva ni rezar a todos los santos. Programa de gobierno y electoral a un tiempo... Sánchez, como los malos estudiantes, ha pretendido presentar dos trabajos elaborando uno.