DICE mi hermano irlandés, Mike, que se siente enormemente frustrado. Se le acumulan las decepciones: la victoria de Donald Trump en EE.UU., el triunfo del Brexit en aquel supuesto brindis al sol de referéndum y ahora el fracaso de la investidura de las negociaciones para formar gobierno en España. ¿Qué está pasando en el mundo?, se pregunta y se muestra especialmente irritado con la incapacidad de socialistas y podemitas para llegar a un acuerdo una vez ya casi ha digerido los sapos de estadounidenses y británicos. Sobre la spanish question tiene una opinión muy clara. No entiende cómo es posible que alguien que “volvió de la muerte” como Pedro Sánchez para derribar el gobierno de Mariano Rajoy no se maneje ahora con algo más de humildad para facilitar un Ejecutivo progresista. Tampoco se explica que una formación que está en claro retroceso electoral, como es el caso de Unidas Podemos, desaproveche ahora el último tren que tiene para entrar en el Gobierno, cambiar las dinámicas de la política y buscar un punto de apoyo para remontar vuelo y no seguir perdiendo respaldo. Mike cree que Sánchez e Iglesias deben ceder para propiciar una base de progreso y mejorar el país. Cuando hoy vuelva a Dublín y le pregunten por los motivos por los que no es posible alcanzar ese acuerdo o por el auge de la ultraderecha en España no va a tener respuestas, pero confía en que tras la resurrección Sánchez haga todo lo posible para evitar un gobierno tutelado por la ultraderecha.