ESTABA Batet entre tapices mirando al rey desde lo bajo y casi soltando: “Sí, sí, nos merecemos una hostia”, pero agosto pasa rápido vacacionando y para septiembre los partidos deberán volver con los deberes bien hechos para poner todo en su sitio. El multipartidismo ha resultado un sudoku que requiere analgesia y ha parecido durarnos lo que va a ser esta investidura interruptus, un verano. No es Navidad pero lo de la semana pasada nos dejó un buen belén y el “en funciones” recitando una vez más su villancico de investidura fallida. Un clásico. Andan locos los intermitentes de Sánchez marcando a derecha para la abstención mientras aquellos nuevos partidos son engullidos por un sistema que no digiere tantos colorines. Iglesias se ha dado un tiro en el pie y Rivera anda reclutando fieles que no le pongan peros al “no es no”. Toda esta chavalería que iba a regenerar España transita este verano en un bocadillo de casta política que se pastorea mutuamente y nada construye. El cansancio abunda y anda el electorado entre bostezo y bostezo mientras estos expertos en el marketing de sí mismos siguen adelgazando en una credibilidad que ya arrastraban famélica. Llega agosto y tras el sopor, otra posible investidura con el curso o elecciones en noviembre propulsados por esta panda de inoperantes. Quizás para Navidad el villancico de moda cante al renacer del bipartidismo. Zagalillos. susana.martin@deia.eus