ESTA mañana volverán a concentrarse ante el Ayuntamiento de Bilbao el ejército de pensionistas, que, aunque ha perdido algunos efectivos los últimos meses, sigue siendo temible para el poder, que en su caso no necesita manifestarse, ni siquiera dar la cara, para generar pavor. La cita, bautizada con poca originalidad como los lunes al sol, es ya un clásico de las convocatorias de prensa, con el riesgo que eso conlleva para desalentar el desplazamiento tanto de los periodistas como de los soldados jubilados. El caso es que de alguna forma, y así lo han interpretado algunos de los que se han bajado de la movilización, ya se ha conseguido mucho. Primero, ha permitido que el poder visualice que no solo hay un problema al que dar solución, si no que además los afectados no están dispuestos a dejar que se quede sin resolver. Además, también ha habido tímidos avances en el terreno económico, pequeños, pero que han abierto una puerta que será difícil cerrar de golpe. El análisis que hizo la pasada semana el Banco de España advirtiendo de que es necesario revisar ya la reforma de las pensiones, se supone que a peor para los intereses de los ciudadanos, antes de que el ejército de mayores crezca en número por el envejecimiento de la población y los votantes castiguen a los que tienen la sartén por el mango, refleja también esa preocupación del poder. Supone reconocer que es posible avanzar y derribar muros que parecen infranqueables.