AL más puro humor negro, en Valladolid no se habla de otra cosa que del fraude del grupo funerario El Salvador, acusado de dar el cambiazo a casi 6.000 féretros entre 1995 y 2015. Los ratas de los propietarios intercambiaban las cajas compradas por los familiares por otras más baratas antes de incinerar y otras veces, en el exponente máximo de la picaresca, usaban para la cremación solo la tapa. Eso es ahorrar; lo demás, chuminadas. Durante 20 años, los supuestos autores de la estafa usaron féretros de “ínfima” calidad para las cremaciones en lugar de los pagados por los allegados de los fallecidos. Eso sí que era caja B; lo demás, tonterías. El grupo de pompas fúnebres se quedaba, según las investigaciones, con los ataudes ya usados y luego los revendía. Y los que de verdad quemaba apenas costaban cien euros porquen eran de aglomerado cutre. Eso sí que era reciclaje; lo demás, paparruchas. En el registro a la vivienda del dueño de la funeraria se encontró casi un millón de euros... que en este caso, no se habían dejado los de Ikea cuando fueron a montar el armario -como dijo el crack del suegro de Granados- sino que era para “dárselo a los hijos el día de mañana”. El fraude se destapó por culpa de un trabajador acusica al que encima denuncian por extorsión. El tema está aún en tribunales, pero de verdad que promete. Seguiremos informando. Firmado: La familia Monster.

clago@deia.eus