QUÉ superpoder escogerías si tuvieras la posibilidad de elegir uno? Es una pregunta de niños, en tanto que un adulto sabe que nunca estará en esa posición, pero cómo evitar jugar con la imaginación. Es fácil caer en la tentación de ponerse en lugar de un ser sobrenatural que vuela, corre un kilómetro en un segundo o levanta un coche con el meñique. Lo cierto es que en más de una ocasión, los reyes de la casa han solicitado que responda a esa cuestión, sin que haya tenido una idea muy nítida sobre qué escoger. Ahora bien, lo que sí tengo claro es qué registros maneja en ese sentido la clase política española, las huestes que cabalgan desde hace semanas desbocadas para hacerse con un buen trozo del pastel de las Cortes generales, que cada día se parecen más a las otras Cortes, la Palanca, en lo rancio. Está claro, por ejemplo, que Pedro Sánchez es inmune al fuego y seguramente a un ataque con napalm. Pablo Casado tiene la irritante capacidad para escoger los peores compañeros de viaje, como demuestra la boca del nuevo Adolfo Suárez. Alberto Rivera absorbe el ideario de cualquier líder de centroderecha que gane unas elecciones y lo transforma en bilis que derrama sobre la opinión pública. Santiago Abascal convierte en promesa electoral las ideas más recalcitrantes del franquismo latente. Y en el fondo de pantalla, José María Aznar tiene el poder de transportarnos al pasado más agrio de la historia reciente cada vez que abre la boca.