EL diccionario de la lengua española les concede el mismo significado (para indicar la risa, la burla o la incredulidad), pero las interjecciones que hoy en día reinan en las redes sociales en esa forma repetida que no reconoce la RAE (jaja, jeje, jiji, jojo y juju) llevan implícitas verdaderas cargas de profundidad en su interior. Por ejemplo, jaja al final de un sms, un e-mail o un tweet denota más mofa que risa, mientras que jeje se sitúa en un nivel más de disculpa, como de quitar hierro a lo que se acaba de decir. Jiji es demoledora para el sujeto mencionado en el comentario al que corona, y tal vez por esa característica tan especial y ridiculizante, la RAE le otorga una definición especial: para manifestar la risa y para manifestar el júbilo, en contraposición a las interjecciones con el resto de las vocales, que para la academia de la lengua tanto montan, montan tanto. La que expresa verdadero regocijo es la cuarta y más redonda: jojo; esta es la interjección que llena la boca y el espíritu. Más juguetona es la quinta y última, juju, tal vez porque empieza precisamente con las letras de la palabra juego; en ella se esconde un estado de ánimo de esos que es pecado exteriorizar abiertamente. Salvando el hecho de la gran, aunque inocente, mentira que constituyen las cinco, ya que nadie se está riendo cuando escribe jaja, jeje, jiji, jojo ni juju, lo cierto es que este recurso sirve para resumir en cuatro letras discursos que serían difíciles de plasmar con mil palabras. Por ejemplo, como a mí me queda ya apenas una línea, me limitaré a resumir: jaja.