SE pierde uno con las acusaciones cruzadas. Según EH Bildu, el PNV ya tiene cerrado un pacto con el PSE y, ojo al dato, con el PP como mamporrero invitado. Algo así vienen sosteniendo las dos fuercitas de la llamada izquierda confederal, a saber, Elkarrekin Podemos y Sumar. Hasta ahí, todo cuadra, pero empieza a desbaratarse cuando el cada vez más vociferante candidato del PSE agita el espantajo de un acuerdo en la sombra (más bien, en las tinieblas) entre los jeltzales y los soberanistas para liarse la manta a la cabeza en un procés a la vasca. En el más difícil todavía, el PP del indistinguible de Abascal Javier de Andrés avienta que la alianza para la destrucción de España es triple y está conformada por PNV, Bildu y el PSE, toma ya. De propina, desde Sabin Etxea se difunde a lo bajini, que diría Iñaki Williams, que se fían entre cero y nada de sus todavía socios de gobierno socialistas en las principales instituciones vascas. Y no lo dicen tanto por Eneko Andueza, que al fin y al cabo pinta lo mismo que un peine en la cabeza de Rubiales, sino por el tipo que duerme en Moncloa, cuya fidelidad a la palabra dada es nula. No puedo negar que este servidor también tiene la mosca detrás de la oreja en ese sentido. Ya no es que, como nos decía el otro día el cabeza de lista por Araba Joseba Díez Antxustegi, Sánchez hace las cosas en función de sus intereses. El motivo para que a Pradales y a Ortuzar se les pongan las rodillas temblonas es que el pasado domingo, Patxi López, desde un atril con la bandera de conveniencia del Athletic, puso de vuelta y media a Bildu y aseguró que con los arnaldianos no irían ni a cobrar una herencia. Es imposible que los que llevamos unas cuantas renovaciones de carné no evocáramos al de Coscojales en aquel mitin de Basauri de la campaña de 2009 poniendo a Pablo Iglesias Possé por testigo de que los socialistas no pactarían con el PP. Y luego… ya saben.