LO de Núñez Feijóo empieza a recordar la fábula de la liebre y la tortuga. Hace cinco semanas, tras el gran resultado del PP en las elecciones del 28 de mayo, las encuestas lo situaban a tiro de piedra de la mayoría absoluta. Si no era así, por lo menos, la ventaja sobre el PSOE era la suficiente como para dar por hecho que habría un gobierno de derecha, a falta de ver cómo de necesaria era la participación de Vox. De ese escenario va quedando bastante poco. La última oleada de sondeos –y ahí contamos los apadrinados por los medios hostiles, pero también por los amigos– lleva banda sonora de película de Hitchcock. En los menos proclives, hablamos ya de empate y suma favorable a la izquierda. En los difundidos por las cabeceras partidarias, el panorama no pinta tan oscuro, pero ya se evidencia que es imposible ocultar que el PSOE recorta distancias a buen ritmo y que el desenlace menos malo será que los abascálidos tengan la llave para que el atribulado líder de los genoveses acabe durmiendo en La Moncloa.
Como saben, soy bastante escéptico respecto a las encuestas. Mucho más, cuando llevan la marca de agua ideológica correspondiente, como son estos casos. Pero, si tomamos las que conocemos y hacemos la media, parece que hay una tendencia bastante clara: a Feijóo se le van a hacer eternos los 19 días que quedan hasta el 23 de julio. Y tampoco se puede decir que sea porque Pedro Sánchez esté protagonizando un campañón espectacular. Todo lo que está recortando el aspirante a retener la presidencia española se debe a la sucesión ininterrumpida de pifias del gallego desde la convocatoria electoral.