COMO sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te meto un ladrillo. No hay frase absurda como la que acabo de anotar que no sea superable. El nuevo récord de la mezcla de tocino y velocidad a beneficio de obra y, además, creyendo que se está soltando una genialidad, lo ostenta desde ayer el negurítico presidente de la patronal española, Antonio Garamendi Lecanda. Ante las críticas sobre su sueldazo de 400.000 leureles anuales, el desprejuiciado baranda de la CEOE no tuvo mejor salida que la que sigue: “Perdona que haga el ejemplo, pero esto es como cuando hay una violación y dicen que la chica iba en minifalda”. Y como no debió de quedarse totalmente satisfecho, el patrón de patronos remató: “Perdón, no. No acepto pulpo como animal de compañía”.

Tanto la primera como la segunda parte de la bocachanclada son un retrato a escala del fulano. Por chulo en la apostilla, y por gañán rebozado en machirulina al aventar una comparación que, por lo demás, no hay paisano que la entienda porque no tiene el menor sentido. Qué narices tendrán que ver los dídimos con comer trigo. Pero ya podemos ladrar, que el gachó seguirá cabalgando, no se sabe si como falso autónomo o como contratado laboral regularizado, sobre una nómina que equivale a un porrón de veces el salario mínimo contra el que él se revuelve. Ándese él caliente, y eche las muelas la gente ante la desvergüenza del individuo y el consentimiento tan cómplice como ilustrativo de quienes lo han puesto en situación de vivir como un marqués mientras niega al común de los mortales un sueldo digno.