Sigue libre- En el minuto en el que escribo estas líneas, la Justicia española no ha movido un dedo contra el exministro de Interior del gobierno de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz. Su situación procesal no ha cambiado. Sigue ahí, imputado como de refilón y con desgana en el llamado caso Kitchen, una aventurilla de Mortadelo y Filemón montada con el propósito de robar en el domicilio de Luis Bárcenas -no hace falta que les diga quién es- las toneladas de pruebas sobre la implicación del PP en corruptelas que dejaban a Al Capone en ladrón de gallinas. Cualquier otro pringado estaría ahora mismo a la sombra a la espera del juicio pertinente. El tipo este, sin embargo, permenece libre como el viento, escribiendo sus delirantes columnas (¡siete a la semana!) en La Razón y, por supuesto, acudiendo a su misa diaria, como el fanático ultracatólico que es desde que Dios se le apareció en un resacón en Las Vegas ya cerca de entrar en la cincuentena. No exagero. Él mismo lo ha contado en sus delirantes memorias.

Pruebas falsas - Así que, puesto que la justicia humana no parece esforzarse mucho por alcanzarlo, casi solo nos queda esperar que la divina lo haga. Méritos para el infierno, los tiene acreditados por paletadas. Todos lo que han sido largamente glosados y, como novedad escandalosa, el que aportó ayer el diario El País, confirmando (¿acaso alguien lo dudaba?) que el individuo ordenó coleccionar pruebas falsas contra, entre otros, Jordi Pujol, Artur Mas, Xavier Trias y otro puñado de nombres de relumbrón de lo que entonces solamente era la crema y nata de Convergencia, en el momento de mutar hacia el soberanismo. Solo a un pardillo soberbio como él se le pudo ocurrir hacer tal encargo a su mano derecha en la policía, Eugenio Pina, y al inefable comisario José Manuel Villarejo.

Lo negará todo- Por supuesto, el rey de las cloacas se cuidó de grabar la conversación y conservarla hasta el momento de difundirla -casualidades, las justas- por la principal cabecera de Prisa. Pero nadie puede negar el interés informativo ni la dimensión ciclópea del escándalo. En el audio, el trío calavera departe sobre toda la morralla falsa que van a colar en el sistema judicial y hasta se permiten calibrar qué juez de la Audiencia Nacional es más bizcochable. Como chusco colofón, Fernández Díaz, que ha debido de ver algún episodio del Super Agente 86, espeta por tres veces a sus interlocutores que el encuentro no se ha producido. “Negaré, incluso bajo tortura, que esta reunión ha existido”, remata el fulano que, ya les digo, a esta hora no está entre rejas.