INEFICAZ E INJUSTA - No hacía falta ser premio Nobel de economía. Cuando se anunció, cual bálsamo de Fierabrás para luchar contra la carestía desbocada de los carburantes, una subvención lineal e incondicional de 20 céntimos por litro, todos sabíamos lo que ocurriría. Los distribuidores, tan quejosos al principio -¿cuántas gasolineras dicen que han cerrado?- tardarían medio santiamén en subir esa cantidad también lineal e incondicionalmente. Hoy es el día en que hasta en los surtidores acogidos al low-cost, la ayuda no solo ha sido enjugada, sino superada de largo. Estos ojos que se han de comer la tierra vieron ayer cómo el marcador de precios de la Súper 98 estaba en 2, 32 euracos de vellón. No soy capaz de imaginar el pastizal público que está costando una medida tan pirotécnica como inútil e injusta. Sobre todo, injusta. Es una indecencia que el descuento sea igual para llenar el depósito de unos de esos tanques gigantescos que duermen en el garaje de un chalé que el de la Kangoo de un autónomo asfixiado o el del utilitario machacado de un currela.

¿ISLA ENERGÉTICA? - Ahí deberíamos tener la primera enseñanza a la que aludo en el título. Las ayudas que no hacen distingos entre niveles de rentas acaban siendo absolutamente ineficaces y provocando un aumento de precios, como poco, de su cuantía total. Tomen nota, aunque no es el objeto de estas líneas, quienes bienintencionadamente proponen una renta universal tanto a Ana Patricia Botín como a quien vive debajo de un puente. Ahí lo dejo y vuelvo al meollo de la cuestión que nos ocupa. Resulta que, pasados muy largamente los cien primeros días desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania, la inflación ha seguido galopando sin recibir las cosquillas de esta medida de relumbrón y sin que siquiera se hayan aplicado algunas de las otras anunciadas a bombo y platillo. Miren los últimos recibos de la electricidad y/o el gas, y verán cómo aquello de la "isla energética" se ha quedado en un tararí que te vi de libro. Ya si eso, a lo mejor tenemos suerte y nos lo aplican en la próxima mensualidad.

¿Y LA ESPECULACIÓN? - Con todo, para este humilde y sufrido consumidor, lo peor es que el Gobierno español no haya intentado absolutamente nada para frenar la desvergonzada especulación que está sumando dígitos al IPC oficial y al real (mucho más alto) que repercute en nuestros bolsillos. Nadie niega que la cruel operación de castigo de Putin está detrás del aumento de los precios. Pero como no nos hemos caído de un guindo, sabemos que muchos jetas la emplean como excusa para sablearnos.