Ley Trans y nueva ley de aborto aprobadas de una tacada. Sobra decir que los amanuenses diestros no están precisamente contentos.

Con todo, no se pierde la esperanza de que las normas que ingresan hoy en el BOE lleven bicho dentro como esa otra de la que tanto se habla. Agarrándose a ese clavo ardiendo (o quizá, rezando por un cuanto peor, mejor), La Razón titula en primera “El "efecto sí es sí" amenaza a las leyes trans y del aborto”. En el editorial, el previsible crujir de dientes: “La nueva normativa no es más que el resultado de la falta de proyección transformadora y revolucionaria de una izquierda radical que ha encontrado su razón de ser en las minorías activas, que ponen sus intereses por encima de la consideración común de ciudadano con plenos derechos civiles”.

Por esa liana dialéctica se desliza también el ínclito Jorge Fernández Díaz (el de la Kitchen, sí, que ahí sigue pontificando), con una llantina que alcanza incluso a su partido: “El sanchismo político no tiene ni complejo ni contemplaciones a la hora de imponer su agenda ideológica a toda la sociedad en materias estrechamente vinculadas con convicciones éticas, morales o religiosas que no encajan con ella, y que cuando menos deberían ser reguladas por un acuerdo transversal de los partidos. La preocupación se incrementa al percibir que esa agenda ideológica del marxismo cultural es asumida ya de forma pública e institucional por quienes lideran la oposición. España no necesita solo una buena gestión económica, sino que precisa de una alternativa al sanchismo”.

"No había más que ver este jueves el espectáculo lamentable de los portavoces de la izquierda regodeándose en su ignorancia"

Francisco Marhuenda (La Razón)

El director del diario azulón, Francisco Marhuenda, también la ha cogido llorona. En su homilía, titulada “El desprecio de la vida humana”, echa pestes de las leyes aprobadas, nos cuenta que ha adoptdo una perrita con ojos achinados la que ha llamado Mia Wei, y termina aullando su desazón: “La obsesión inquisidora, como hemos vivido durante siglos, es enfermiza. Otra cuestión distinta es que aceptemos la autodeterminación de género o el aborto en menores de edad. No había más que ver este jueves el espectáculo lamentable de los portavoces de la izquierda regodeándose en su ignorancia. Es muy triste”.

ABC escoge una de las dos leyes para titular en primera de este curioso modo: “El PSOE concede a Montero que los menores cambien de sexo a partir de los 12 años”. El editorial, bajo el encabezado “Legislador imprudente”, saca la bola de cristal: “No sería extraño que, pasado el tiempo, descubramos que esta nueva norma, cargada de ambigüedades e imprecisiones, acabe redundando en una desprotección efectiva de aquellos a quienes dice defender. Y no deja de resultar sorprendente la forma en la que el socio minoritario del gobierno acaba imponiendo su agenda en el seno de la coalición”.

Una coalición, la mentada en la frase de arriba, que se va a mantener, según corre a lamentar en el vetusto diario Carlos Herrera. “Tranquilos, esta gente no rompe”, se titula la pieza que remata así: “Superarán los desencuentros: unos porque no tienen donde ir, otros porque creen que es mejor no agitar el avispero antes de mayo, esa suerte de primarias donde se pueden sentar las bases de lo que ocurra en diciembre, se presente Sánchez o no. Todas las sospechas que podamos alimentar desde el exterior de palacio contienen un error elemental: no son como nosotros y en sus esferas no hay honor, ni dignidad, ni vergüenza”.

Abriendo el foco más allá de las dos leyes aprobadas ayer, José Antonio Zarzalejos (El Confidencial) llega a la conclusión de que el PSOE baila al son de Podemos: “Los morados se han instalado, con la negativa a alterar los términos de la ley del solo sí es sí, en la épica de la resistencia que siempre les ha funcionado. Esa ley y la que garantiza la transexualidad con una holgura temeraria son las dos grandes apuestas legislativas de Podemos en la coalición de gobierno. En su tramitación, los morados están demostrando al presidente del Gobierno que ellos fueron —bajo la dirección de Pablo Iglesias— el aglutinante de la mayoría de la investidura y, para acreditarlo, ERC y Bildu tampoco aprobarán la reforma de la ley de libertad sexual si no lo hace Unidas Podemos. Republicanos y abertzales han apoyado a Sánchez porque Iglesias los incorporó a la “dirección estratégica del Estado”. Con el PSOE, el vínculo es de interés; con Podemos, es de fraternidad ideológica y plena coincidencia estratégica”.

En El Debate, el desconsuelo no da abasto. El último párrafo del editorial resume la devastación emocional: “Lo sustantivo es que en España ya es legal atacar la vida en su estado primigenio, cambiar de sexo por capricho o matar a un enfermo con una inyección. Que a este cúmulo de despropósitos lo llamen «progreso» es prueba más del deterioro moral, político, ético y humano de los instigadores de tanta tropelía”.

El subdirector del digital ultracatólico, Luis Ventoso, pone nombre propio a la culpable. “Los delirios de Irene Montero ya son ley”, titula su descarga contra la ministra de Igualdad, a la que atiza con todo. Pero la bilis hirviente salpica también a Sánchez y, una vez más, al PP mingafría: “Todo este vapuleo al sentido común lo ha puesto en marcha una ministra de ideología enajenada, que ha llegado al extremo de defender las relaciones sexuales de adultos con menores si estos las admiten. Todo esto lo ha hecho suyo un presidente que es tan responsable como ella. Y todo esto lo debería estar combatiendo con todas sus fuerzas el primer partido de la oposición, que ha prometido acertadamente que suprimirá la ley trans si llega al poder, pero que no está ofreciendo con la contundencia debida una propuesta alternativa a la ingeniería social de la izquierda. O mejor dicho, de la única extrema izquierda que gobierna un país de la UE”.