Euskadi y España son países libres y en paz”, dijo Pedro Sánchez en un momento de su discurso en Ermua, y estalló la marimorena diestra. Según titula a todo trapo El Español, el presidente buscaba meter cizaña adrede: “Sánchez calienta el debate al igualar ante el Rey a ‘Euskadi y España’ como ‘países en paz’”.

"Si el corazón de Sánchez estuviera con las víctimas, jamás allanaría el terreno a los enemigos de su recuerdo"

El Español

Ante tal herejía, el editorialista del digital de Pedro Jota saca la tarjeta roja: “Sánchez se aparta de palabra y obra del espíritu de Ermua”, titula la pieza que termina así: “Si el corazón de Sánchez estuviera con las víctimas, jamás allanaría el terreno a los enemigos de su recuerdo. Y lo que es peor: no lo haría en un tiempo en el que cuatro de cada diez jóvenes son incapaces de identificar a Miguel Ángel Blanco, y en el que el 68% de los menores de 35 años niega haber estudiado el terrorismo de ETA en la escuela”.

"La paz del País Vasco es la misma que reinará en el Donbás cuando Rusia logre asesinar o expulsar a todos los ucranianos de la región"

Cristian Campos

Una menudencia, en todo caso, al lado de la filipica de Cristian Campos en el mismo medio: “Una paz ejemplar, efectivamente, la del País Vasco. La misma que reinará en el Donbás cuando Rusia logre asesinar o expulsar a todos los ucranianos de la región que no acepten la usucapión de su tierra por las tropas del Kremlin. (…) El "lapsus" de Pedro Sánchez, en resumen, ha tenido la virtud añadida de capturar como rehén al rey, de dejarlo al pie de los caballos, y de aumentar la intensidad de la polarización que infecta la sociedad española”.

Con menos aspavientos y sin venirse arriba en las comparaciones, Antonio Casado abre su pieza de El Confidencial subrayando la frase de la discordia: “La referencia pública de Pedro Sánchez al hecho de que "hoy Euskadi y España son países libres y en paz" fue un latigazo a quienes creemos que, a pesar de tanto sufrimiento, tanta sangre y tanta miseria moral, ETA fue vencida por la unidad de los ciudadanos y la fuerza del Estado democrático sin alcanzar ninguno de sus objetivos políticos”.

Unas cuantas octavas más arriba, Óscar Monsalvo despotrica en Vozpópuli: “ETA se disolvió sin alcanzar ninguno de sus objetivos, dice uno de los cuentos que nos hemos dado entre todos. “Euskadi y España son países libres y en paz”, dijo ayer el presidente Sánchez. Dentro de poco no les quedará ninguno por cumplir”.

"Sánchez, hablando de una Euskadi libre, como si tal cosa, con los zapatos encharcados en la sangre de centenares de muertos por la mil veces maldita ETA es una patología"

Miquel Giménez

Y ahora, protéjanse la retina, que Miquel Giménez, también en Vozpópuli, no repara en vitriolo: “Sánchez no es solo un narcisista peligroso, un ególatra dispuesto a saltarse los controles democráticos, un acólito de Zapatero y de su plan con etarras y separatistas para implantar un modelo de España en el que los criminales manden y los perseguidos sean los demócratas. Sánchez, hablando de una Euskadi libre, como si tal cosa, con los zapatos encharcados en la sangre de centenares de muertos por la mil veces maldita ETA es una patología, la del ser que no conoce límites”.

En El Debate, ya sin alusión expresa a la frase, sino refiriéndose al conjunto del discurso de Sánchez en Ermua, tira de repertorio: “¿Cómo puedes dormir? ¿Cómo puedes denunciar los crímenes de ETA, pedir que nunca se olviden, y al tiempo blanquear a su brazo civil? La respuesta es que todo indica que estamos ante una persona que ni siente ni padece. Como me decía un amigo, «lo mismo le da ocho que ochenta». No tiene más meta que flotar en su cargo y para ello se ha mostrado capaz de traicionar lo que sea y a quien sea”.

El editorialista de Libertad Digital aporta su bilis: “La desvergüenza política de Sánchez es tan abrumadora que el tipo fue capaz de participar en el homenaje por el 25 aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, tan solo un día después de pactar con los legatarios políticos de sus asesinos los términos de una ley de memoria histórica que, entre otras canalladas, pretende blanquear la historia de la banda terrorista ETA, culpable del asesinato de más de 900 compatriotas, muchos de ellos mujeres y niños”.

En ABC, Alberto García Reyes hace una demostración perfecta de lo que es pasarse de frenada: “El Gobierno de Pedro Sánchez ha autorizado el acercamiento de 293 etarras. No ha ordenado todavía el traslado a Ermua de los restos de Miguel Ángel Blanco desde el cementerio de Faramontaos, en Orense, adonde su familia se lo llevó tras los constantes ataques a su tumba por parte de quienes ahora sostienen al sanchismo en el poder. La pistola de Txapote ha vencido”. El tipo que ha soltado semejante esputo dialéctico sabe que Sánchez no puede ordenar el traslado de los restos de Blanco. Pero le venía bien para su lucimiento.

"Hace tiempo que Sánchez escogió un camino de pactos impracticable para la dignidad de cualquier demócrata"

El Mundo

El editorialista de El Mundo echa mano del comodín del espíritu de Ermua, y no tarda en encontrar al culpable de haberlo mancillado: “Hace tiempo que Sánchez escogió un camino de pactos impracticable para la dignidad de cualquier demócrata. Ojala el espíritu de Ermua, esa unidad ante la paz, la vida y el respeto fuese recuperable. Desgraciadamente, ayer pudo parecer que lo era, pero hoy, al volver a la cotidianeidad, no creemos que lo sea: se le entrega la memoria legislativa a quien se ha dedicado a mancharla”.

En La Razón, Francisco Marhuenda añade más nombres: “Don Felipe hace bien de reclamar que no se produzca un olvido, pero es el PSOE el que tiene que tomar buena nota. Sánchez se equivoca aceptando el apoyo de Bildu, porque sus dirigentes le hubieran matado durante los años del plomo. Otegi hubiera aplaudido viendo su cadáver ensangrentado en el suelo y lo hubieran celebrado en las tabernas. Ningún dirigente socialista, incluidos los indignos Patxi López y Odón Elorza, debería aceptar el apoyo de aquellos que los hubieran asesinado. Por ello, no entiendo que den la espalda a los muertos, los heridos y sus familias”.

"Urkullu, sostén de Sánchez y dirigente de un partido que durante muchos años recogió las nueces que caían del árbol que sacudían «los chicos» de ETA"

Mayte Alcaraz

Y en el entrecomillado final, una variación. Además de al malo malísimo Sánchez, Mayte Alcaraz (El Debate) dedica unas líneas al lehendakari. Como ya estarán imaginando no falta la cansina alusión: “Y a la derecha de ese presidente, un lehendakari, Iñigo Urkullu, sostén de Sánchez y dirigente de un partido que durante muchos años, como reconoció Xabier Arzalluz, recogió las nueces (y probablemente más de una gota de sangre inocente) que caían del árbol que sacudían «los chicos» de ETA”. 25 años después, hay cosas que no cambian.