Allí donde la sanidad se entrelaza con la vida cotidiana de miles de personas, se ha decidido que los procesos de acceso a la condición de personal estatutario fijo y de promoción interna en Osakidetza se desarrollen de manera conjunta. Una decisión que, a primera vista, suena a música de fondo en una sinfonía de burocracia, pero que, en el fondo, podría ser un cambio de tonalidad en la orquesta de la salud pública.

La idea de unir estos dos procesos no es solo una cuestión administrativa; es un intento de dar respuesta a una realidad que, en ocasiones, se siente como un laberinto. Por un lado, tenemos a los nuevos aspirantes, aquellos que llegan con la ilusión de formar parte de un sistema que, a pesar de sus imperfecciones, sigue siendo un pilar fundamental de la sociedad. Por otro, están los profesionales que llevan años en la trinchera, que han demostrado su valía y que buscan un reconocimiento que, en muchos casos, se ha hecho esperar demasiado..

En fin, se calcula que habrá casi 1.900 plazas (en realidad se contemplan 1.896 ...) en la OPE, lo que se estima como una cobertura necesaria para las demandas de la sociedad. Osakidetza comienza a muscularse, a fortalecer los bíceps de sus recursos. Siempre hace falta más, ya saben, porque, en asuntos como la salud, todo es poco.

¡Cuidado! La conjunción de estos procesos puede ser vista como una manera de nivelar el terreno de juego. Sin embargo, también plantea interrogantes. ¿Se logrará realmente que los méritos y la experiencia se valoren de manera equitativa? La historia nos ha enseñado que las buenas intenciones no siempre se traducen en resultados. Habrá que ver.

Al tiempo que se han anunciado estos cálculos ha llegado otra noticia. La aplauden como se merece en el hospital de Cruces, donde se mantiene su liderazgo como mejor centro vasco, según el Índice de Excelencia Hospitalaria, lo que no es poco.