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Se sube el telón

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida. Antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”, nos dijo Charles Chaplin como un consejo de alto calado. Ahora, cuando se sube el telón de los nuevos cursos académicos -septiembre es el mes de las nuevas formaciones, de las planificaciones que tanto ilusionan, ya lo saben. Es el mes en que se sube el telón...- aparece la posibilidad de formarse en un universo casi mágico: el teatro.  

La propuesta de Bilbao Eszena, el centro de recursos teatrales de la villa, de enriquecer la formación de cada cual a bordo de las tablas de Talía es una oferta original. Los cursos anuales de teatro, dirigidos a alumnado sin experiencias formativas en este ámbito, abren su tiempo de matriculación. Ahora que la vida entra en su rutina hay gente que mira este tipo de asuntos con desdén. 

“No hay tiempo para perderlo”, dicen la voz del pueblo más rigurosa. Será que no han escuchado bien a Eugene Ionesco, quien aseguraba que “si es absolutamente necesario que el arte o el teatro sirvan para algo, será para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya”. 

Conviene darle una vuelta a su idea. Y que lo mismo que uno puede enfrascarse en el teorema de Pitágoras o la sucesión Fibonacci, también se puede extraer enseñanzas, qué sé yo, del método Stanislavski del que tan buen aprendizaje extrajo, por ejemplo, Marlon Brando. 

Llegan la hora de las clases, ya ven. Y en ese universo confluyen los afluentes de la curiosidad, los nervios, la expectación, los primeros desvelos por el estudio y un sinfín de sensaciones añadidas. No piensen que este asunto no va con ustedes. Si creen que ya se les pasó el tiempo del estudio y el aprender están equivocados. Nunca es tarde.