IMPORTA el tamaño, vaya que sí importa. Importa una barbaridad. O un huevo, por utilizar uno de esos artículos básicos de la tan cacareada cesta de la compra. Ocurre cada año. En el trasvase de un año a otro cambian los precios: menguan unos (¡ejem, ejem!), crecen otros. Mientras no pocos sueldos, pagas y salarios sobreviven paralizados, como si se cerniese sobre ellos una glaciación. Con todo ese juego de números se talla el retablo de los presupuestos de la vida, cada día más elevados, más grandes. ¿Ven como nos afectan las medidas y los tamaños...? ¡Muchísimo!

En los últimos días se cantaba el aleluya en torno al encogimiento del IVA pero no parece que esa reducción sea digna de coros celestiales. Quienes estudian estas cuestiones aseguran que las grandes superficies y las cadenas de supermercados han logrado llevar a cabo en un tiempo récord la supresión o reducción del IVA de los alimentos básicos, con su correspondiente cambio en el etiquetado. Al parecer, en el comercio tradicional hará falta esperar todavía algunos días para que la rebaja pueda materializarse.

Mirado al detalle, casi al microscopio, puede decirse que las empresas han trabajado contrarreloj desde el pasado martes en la adaptación de las etiquetas de precio de entre 3.000 y 5.000 referencias de productos afectados por la supresión del IVA, como huevos, leche o legumbres, o su rebaja del 10% al 5% en el caso de los aceites y las pastas. El ahorro en la cesta de la compra básica se situará, en cualquier caso, apenas entre uno y dos euros.

Miremos ahora a los condenados hijos de las hipotecas, que son multitud. Está calculado, grosso modo, una subida media de entre 150 o 200 euros por letra, si es que se siguen llamando así los recibos, que lo desconozco. El desequilibrio está por las nubes. Vivir en son de tranquilidad se dispara. l