Realmente el hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad excede a la de ellas. Vivimos de la muerte de otros, somos como cementerios andantes. “Llegará el momento en que el hombre verá el asesinato de los animales como ahora ve el asesinato de los hombres”, dijo Leonardo da Vinci. Su amor por la naturaleza le hizo abrazar una estricta dieta vegetariana en buena parte de su vida. Se cree que se alimentaba sobre todo de legumbres, frutas, verduras, cereales y frutos secos, aunque su lista incluía anguilas, frutas más exóticas y otros pescados. Esa filosofía de vida le hizo condenar la costumbre del ser humano de matar para alimentarse. 

¿Qué no hubiese dicho el gran Leonardo de conocer que parte de esa alimentación, en buen parte procedente de la muerte, es tirada a la basura? Cada vizcaino desecha 142 kilos de comida al año, todo un despilfarro según advierte la ONU en su plan de Objetivos para el Desarrollo Sostenible. Naciones Unidas propone reducir esa pérdida de alimentos hasta la mitad para 2030 y BilbaoDendak se ha puesto manos a la obra con tiempo. Propone medidas para que mengüe el desperdicio y corregir ese feo vicio de dejar comida en el plato.

Un viejo lema de Quevedo decía, allá por el Siglo de oro, que “el rico come y el pobre se alimenta”. ¡Cómo han cambiado las cosas! Hoy, alimentarse bien de una manera equilibrada, ordenada y sana, se tiene por una virtud de nuestro tiempo. Por contra, las grandes comilonas se ven como todo un exceso, un pecado contra el altar del cuerpo humano, todo un sacrilegio. En estos días, con la imagen de las mesas de festín abarrotadas, aún tenemos en nuestras retinas aquellos caracoles, los percebes, el jamón de jabugo, las ostras, cigalas, langostinos, turrones y otras viandas nada habituales. De esas cosas, ni dudarlo, no quedan ni las migas. ¡Qué bestias!