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El sacacorchos

Jon Mujika

La buena compañía

CUÁNTO duele la dura soledad, qué tristeza conlleva la falta de compañía. El peligro es que se ha impuesto una tendencia: cuando acompaña la salud y avanzas en la edad te vas quedando solo. Y ese vacío, que duele de lo lindo, se rellena en ocasiones con mascotas, con la buena compañía de un animal. Fue la novelista y artista de cabaré francesa Colette quien dijo que “nuestros compañeros perfectos nunca tienen menos de cuatro patas” pero hay que estar atentos a una realidad: de los animales se aprende que el amor es incondicional, dedicado, delicado y valeroso pero no abnegado.

Viene al caso esta reflexión ahora que se ha detectado un problema: la gente mayor o la gente que vive en la calle, en cualquiera de los casos acompañados por una mascota, son reacios a dejar solos a sus animales de compañía, temerosos de que se rompa ese vínculo, esa correa que les une para toda la vida. Esa unión es tan poderosa que no falta quien renuncia a la separación incluso a costa de su propia salud.

El propio Ayuntamiento de Bilbao ha detectado ese estrecho lazo y ha buscado la fórmula para aflojar el nudo en según qué circunstancias. Por ejemplo, garantizándole a quien vive junto a su mascota unos cuidados semejantes a los que reciben cuando viven junto a su compañía humana.

Fue Alice Walker quien nos recordó que los animales del mundo existen por su propia razón, que no fueron hecho para los humanos. Es una mirada honesta a la existencia de las diversas especies, no lo dudo. Pero también se dice, no sin razón, que la gente que realmente aprecia a los animales siempre pregunta sus nombres, nombres que les pone el ser humano. ¿Qué idea se impone? Es difícil decantarse porque los animales no nos dicen qué quieren aunque sus ojos tengan, eso sí, el poder de hablar un gran lenguaje.