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El bombín roto

Todo está vacío

Llegó el heraldo y, pese al buen tiempo en las tierras del Athletic, ya se intuía: Óscar de Marcos dice adiós. Vamos, que lo dirá dentro de tres meses, cuando concluya con sus últimos servicios porque el hombre persigue su último sueño: ganar la Europa League. Al anunciarse su retirada, se siente un vacío en el vestuario y en el corazón de la afición que no le olviará jamás. No en vano, se va un señor del Athletic. Las formas en el juego, las maneras en cada partido, la entrega sin desmayo y el corazón con el que jugó le hicieron un caballero. Hoy la nostalgia se apodera de nosotros, como un viejo amigo que se va sin avisar pese a que se intuyese. Recordaremos sus goles, sus asistencias, pero sobre todo, recordamos su amor por el Athletic.

En imágenes: Óscar de Marcos, 16 años en el primer equipo del AthleticDeia

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¿Recuerdan aquellos partidos en los que De Marcos se lanzaba al ataque como un torbellino, desbordando por la banda, dejando atrás a rivales y, a veces, incluso a sus propios compañeros...? Su energía era contagiosa, su entrega, un ejemplo. Y entre las malezas de tanto ímpetu, siempre se despejaba el claro de un capitán sereno, un hombre tranquilo que ha decidido anunciar su retirada cuando brilla el sol. El penúltimo servicio.

En este universo del fútbol, donde los héroes nacen y mueren en un abrir y cerrar de ojos, hay quienes trascienden. Porque De Marcos no es solo un nombre en la historia del Athletic; es un símbolo de lo que significa luchar por un sueño, de lo que significa ser parte de algo más grande que uno mismo. Por eso habrá que recordarle siempre.

No podemos echarnos a llorar, la vida sigue. Nuevas promesas surgirán, nuevos jugadores llenarán el vacío que deja Óscar. Pero siempre habrá un rincón en nuestras memorias donde su nombre brillará con luz propia. Porque en el fútbol, como en la vida, hay quienes dejan una huella indeleble. Y De Marcos, ¡oh, capitán!, es uno de ellos.