La Copa, con su mística y su carácter impredecible, ha sido, desde tiempos inmemoriales, el escenario donde el Athletic ha brillado con luz propia. Hoy salen a escena de nuevo los leones para medirse a Osasuna, otro equipo con una dramaturgia de entrega y sacrificio que ya fue capaz de robarle el papel al Hamlet de esta competición en el mismísimo San Mamés hace un par de campañas. Se anuncia, por tanto, un intenso duelo de interpretaciones, uno de esos partidos donde la sangre hierve en las venas de los contrincantes. Dice el oráculo que, jugándose en estas tierras y con un Athletic de zancada larga en la Copa, los hombres de Valverde son los elegidos para la gloria. Es lo esperado pero habrá que tener la mirada bien despierta. Sobre el césped y en las gradas.

No conviene, ya les digo, caer en las distracciones. ¿Cuáles? Echar de menos a Yorick, aquel bufón de corte a cuya calavera el propio príncipe de Dinamarca le recitaba aquello de “ser, o no ser, esa es la cuestión”, algo que bien pudiera recitársele a Ander Herrera, el hombre que se marchó dos veces entre incertidumbres (¡ejem!) y hoy, cuando el Athletic cabalgue hacia un nuevo desafío, se regodeará en un quilombo en el equipo de su vida (¡doble ejem!), incapaz de dormir por la ilusión.

Tampoco os distraigais, leones, con las amenazas de silencio de la Herri Harmaila. Porque andan en trifulcas con la Junta Directiva se callarán a vuestro paso, os castigarán con su indiferencia. ¿Acaso no os llevan en el corazón, no se sienten uno de los vuestros, el número 12? No haced caso a estas historias de alrededor. Centrad la mirada fiera en los ojos de Osasuna y predisponeos para la batalla. Es posible que se torne complicada pero os habéis sobrepuesto a tormentas más feroces a lo largo de vuestra historia, donde podéis escribir nuevas páginas de gloria. Los primeros renglones, hoy mismo.