La sequía de tu hombre gol; una defensa entre algodones que no encuentra la madera de roble que la haga dura y resistente, el aguacero de lesiones -y ni qué decir tiene si entre los caídos se encuentran los jugadores que marcan el compás, los futbolistas estrellas del equipo...- que empapa el número de oportunidades de victoria, encogiéndolo, un entrenador que perdió la fe de los suyos o en los suyos, los cazadores de talentos que te acechan... Siendo todo esto una nube de dificultades que se ciernen sobre los cielos del fútbol (y por extensión, del Athletic, que siempre es algo más que fútbol...), obstáculos en camino, no resultan, para los profanos, lo más duro. De todo ello se sale, tarde o temprano. Lo que resulta lo más duro del camino, el número estrella del mago, es cuadrar la caja. En el fútbol y en la vida.
Para ese arte de birlibirloque se están preparando estos días los hombres y mujeres encargados de hacer números en el Athletic, tan complicado, o más, que hacer goles. No es menos cierto que siempre resulta un punto más sencillo si el equipo sobre el césped suma ilusiones y victorias en la hoja excel de los cálculos. Pero esa tentación de que el club crezca al compás de lo que lo hace el equipo siempre está presente. Es una cuestión de equilibrios: de que la valentía no se convierta en un ataque de locura efervescente o no se quede corta. ¡Qué difícil, amigos!
Van a pedir al sanedrín de los hombres y mujeres sabios que les permitan amplificar el margen de financiación: del 10% actual a un 25% mañana, ni más ni menos. Viene a ser, discúlpenme si no es así porque mis entendederas financieras dan para lo que dan, como pedir permiso para manejar la caja de los ahorros si el asunto en el que se negocia es urgente y primordial. Quieren, al parecer, moverse con un punto más de tranquilidad en este fútbol que se ha convertido en un mercado persa. Con salvaguardas, que así sea.