Conocí a un viejo txikitero, fallecido ya hace algún tiempo, que solía repetirme el mismo salmo: el Athletic es mi patria y San Mamés, su capital. Hoy le he recordado, en las horas previas al regreso de San Mamés al viejo continente. Le traigo a mi memoria porque aquel hombre no cesaba en repetirlo: “Europa debiera mirarse en el espejo del Athletic: cada cual con sus armas y... ¡al abordaje!”. Hoy esa idea quizás quede un punto vieja para los grandes despachos pero no cuando los leones pisan el sagrado césped rojiblanco. Con su rica historia y su inquebrantable filosofía, el Athletic bien pudiera erigirse como un símbolo de identidad en el fútbol europeo. Claro que sí, Carmelo, claro que sí. 

En el contexto europeo, el Athletic ha tenido sus altibajos, pero su presencia en competiciones internacionales siempre ha sido digna de admiración. A pesar de no contar con los recursos de los gigantes del fútbol, el club ha demostrado que la determinación y el trabajo en equipo pueden llevar a grandes logros, más allá de los nombres propios de relumbrón. La Europa League, por ejemplo, ha sido un escenario donde el Athletic ha brillado, mostrando que el talento local puede competir con los mejores. Ha jugado dos finales (tanto da que antaño se llamase Copa de la UEFA...) continentales y ha dejado huella con sus largas caravanas de seguidores cuando sale y con la encendida afición que le acompaña en casa, la misma que el otro día miraba, avergonzada, cómo un puñado de gente se presentaba como una burda falsificación de forofogoitia en Roma. No, querida y vieja Europa, eso no es el Athletic. Duele que les hayáis podido confundir con uno de los nuestros. No lo son.

En uno de los bares que frecuentaba con ese viejo txikitero amigo del que les hablaba al comienzo surgió un debate alrededor del partido de esta noche, el horario que tanto gusta en una afición apasionada. ¿Será suficiente con la victoria sobre el AZ Alkmaar o necesitarán los leones un chorro de voz propio del corrido mexicano para ir colocándose? Ojo, no se equivoquen. Ir colocándose en la tabla, no en modo reflexivo. La joya de la corona está entre los ocho primeros clasificados y parece de cajón que los puestos se repartirán por diferencia de goles. Había quien pensaba que no, que era suficiente ganar. Pero cada gol perdonado puede hacer sangre.