Es lo propio de los días sin competición, como si el fútbol no pudiese tirarse a la bartola, ni siquiera cuando sus protagonistas esenciales, jugadores y entrenadores, disfrutan de unos días de asueto. Es entonces cuando se levantan las persianas del mercado persa, donde un tráfico de fichajes y traspasos copa todas las informaciones. Se compran ilusiones nuevas o necesidades puras y se venden desencantos, cuando no se produce la fuga de cerebros, tan propia de cada 30 de junio, cuando los contratos caducan y el dinero vuela de acá para allá, como si fuese un ave de paso, una bandada de golondrinas.
El Athletic no es ajeno a ese revoloteo. Desde Alemania se escuchan cantos de sirena sobre Nico Williams (menuda murga está dando el Barcelona a través de sus jugadores...) mientras el club de Ibaigane sellaba ayer la contratación de Gorosabel, un lateral diestro que hacía falta.
También los leones buscan un central de garantías y más pólvora en el centro del campo en este juego de fintas y requiebros. Cuando en los mentideros se hablaba del jugador gironí Iván Martín, ha reaparecido una vieja aspiración. Al parecer el Athletic ha puesto sobre las mesa de contratación diez millones de euros, limpios de polvo y paja. Y al parecer también Osasuna ha dicho que es una cantidad insuficiente.
Y aunque la Eurocopa sacie la sed de fútbol en estos días huérfanos de San Mamés y de partidos en rojo y blanco la gente se maneja, entre especulaciones, con ensoñación de que regrese un Athletic mejor del que se fue. En ello están pero, como ven, no es tarea sencilla.