LA peor amenaza para nuestra naturaleza, Athletic, es la creencia de que alguien la salvará; la sensación de que se producirá un giro en los vientos y soplarán a favor de corriente. No sucederá por ciencia infusa ni por carambola, leones. Sois vosotros, los que estáis a un paso de enfrentarse a la Real Sociedad, los que tenéis fuerzas ocultas, quienes tenéis a vuestro alcance el poder del cambio. Hará falta un Athletic orgánico, eso sí. Un Athletic que se mueva como una naturaleza viva que sea capaz de desplegar las alas del juego que atesora.

Porque la tierra del fútbol ha sido testigo de vuestros poderes. No se trata de pediros lo imposible porque os hemos visto hacerlo una y mil veces, por mucho que estos días os rodee el cerco de la incertidumbre. En los dos últimos partidos de liga os quedasteis en el casi, a un par de metros de la victoria. ¿Cómo se viviría el partido de este sábado si hubieseis ganado en Sevilla o en San Mamés? No valen lamentaciones. Lo hecho, hecho está y ahora aparece ante vosotros la ocasión de resarcirse. La Real Sociedad os espera con los cuchillos afilados y el irrintzi en la garganta. Os esperan para pasaros por las armas a degüello. Piensan que sí, que pasarán por encima.

Que lo hagan, que piensen lo que quieran. Tienen un fútbol eficaz y preciosista y están cuesta abajo, lanzados, es cierto. Pero tú, Athletic, tienes también tu palabra. Tienes la historia que ha sido testigo de cómo te has puesto en pie una y mil veces, tienes una calidad que se acrecienta cuando juegas a mil por hora, tienes la sabiduría que te susurra que sí, que es posible. Y sabes que la naturaleza de estos partidos es variable, impredecible.

Despierta, Athletic. Es hora de que escuches la llamada de tu tierra. Lleva contigo el agua –ese sirimiri tan propio...– que alivie la sequía extrema de cara al gol. Guruzeta, Berenguer, Raúl, Villalibre, es vuestra hora. Porque os hemos visto hacerlo sabemos que sois capaces. Invoca una tormenta de rayos y truenos por las bandas –ahí van los hermanos Williams, allá las alas de Yuri Berchiche o de De Marcos, que parece rejuvenecido, como si fuese Dorian Grey mirándose en su retrato... – que marque un ritmo eléctrico. Mantén firme la defensa de tu tierra fértil, la retaguardia, donde Yeray se ha convertido en el guardabosques que todo lo vigila, con Vivian alerta por si aparecen los furtivos. Y no olvides que unos metros más atrás siempre tienes la bala de plata de Unai Simón, un cazador de remates fabuloso.

Es la sangre la que te empuja, Athletic. La herencia. Pero no puedes conformarte con ser un Athletic de carne y hueso. Acuérdate que en frente te aguarda la Real Sociedad, un equipo cuajado de hombres que llegaron de otras tierras para enriquecer a sus ejércitos y de un puñado de jugadores que, como vosotros, también brotaron en los campos cercanos. Acuérdate, Athletic, y recuerda ese poder que te hizo grande: el espíritu indomable.

Algunas voces recuerdan, porque no siempre se mantiene el ánimo en alto, que también te han visto caer con estrépito. Casi siempre fue con el ánimo decaído y es justo eso, el desaliento, lo que no te perdonará el tiempo. Dicen que ya no vienes con el alma en llamas tras los dos últimos empates, que ya no tienes voracidad. Que lo digan y que lo piensen. Se te ha visto entregarte hasta la última gota. Eso es lo que se os pide, leones. Eso y que, a ser posible, seáis capaces de buscar el minuto del temple y la templanza, esos segundos necesarios para buscar la mejor de las soluciones.

Y no os dejéis llevar por las distancias ni por las diferencias, por mucho que en tierras vecinas se escuchen sus cantos de sirena. Pensad en el pueblo que os empuja, que os lleva. Os hará invencibles.