HAY motores de dos tiempos que se usan, por ejemplo, en los fuera borda, y los dos tiempos o cargada y envión (en inglés clean and jerk) es también una expresión que se usa para describir la alzada en la halterofilia, cuando consigues enderezarte con la barra por encima de la cabeza. Ya ven: la velocidad salvaje por un lado y la fortaleza segura por otro.

Visto que el Athletic de hoy en día también puede juzgarse en dos tiempos: los modernos que trae consigo Jon Uriarte, el nuevo presidente con vocación tech y un modelo de gestión a estrenar, y los manuales más clásicos con los que llega Ernesto Valverde, un técnico que conoce hasta los pasadizos secretos del Athletic, habida cuenta que vivirá su tercera aparición en el banquillo rojiblanco como entrenador. A Jon se le aguarda con expectación, una vez sorteada la travesía de las elecciones, por conocer qué historias nuevas las trae tras el viaje. A Ernesto se le espera con impaciencia, por ver si es capaz de mantener los rendimientos de antaño, esta vez con el más difícil todavía de las aparentes carencias cara al gol. Por aquel entonces Aduriz le funcionaba como el salvavidas de los últimos metros. Hoy ambos deben dar con la fórmula. No será fácil el camino para ninguno.

La afición aguarda ahora expectante, por ver cómo funciona la fórmula o si lo que se prueba es del gusto del consumidor. Es un Blody Mary curioso, un cóctel que rara vez se ha probado en el Athletic de los últimos tiempos. Es de esperar que todo el mundo tenga paciencia. Que el presidente tenga la calma para no precipitarse en la imposición de sus ideas –eso no significa que no trate de introducir los cambios que trae consigo: para eso le votaron...– y que el entrenador sea capaz de buscar el mejor de los sabores para ponerle la guinda o la aceituna, el gol, en resumidas cuentas, al mejor de los juegos posibles.

Sean o no del gusto de cualquiera de ustedes los nuevos inquilinos, recuerden aquello que nos hermanó: somos del Athletic sin remedio. Dejemos los juicios presurosos para cuando ya no tengan remedio los errores y dejemos las loas y alabanzas desmedidas para cuando ya todo esté resuelto. De momento, con la bufanda guardada en el armario, esperemos y creamos. Y a partir de que ruede el balón, seamos todos uno en el apoyo. Eso es lo que nos agiganta, lo que nos hace ser lo que somos.