UANDO se cumple el primer aniversario del asalto al Capitolio por parte de seguidores del expresidente de EE.UU. Donald Trump para impedir que se ratificara la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones de noviembre de 2020, la polarización se mantiene en el país con reflejo en los actos previstos en este aniversario histórico, en en la Cámara de representantes y tras la decisión última de Trump que, pese a mantener que las elecciones fueron amañanas, hoy guardará silencio. Tras un largo año siguen los trabajos del Comité de la Cámara de Representantes en el marco de una de las investigaciones más complejas de la historia del Congreso de Estados Unidos con 35.000 páginas de documentos sobre el ataque histórico del 6 de enero, con un fatídico balance de cinco muertos, cientos de heridos y más de 700 personas acusadas de insurrección que, en el plano judicial, han sido protagonistas de las primeras condenas que van entre dos y cinco años de cárcel. La alta popularidad de Donald Trump entre la base republicana y sus amagos para la reelección en 2024 están condicionando la evolución del partido conservador donde el populismo sigue ganando terreno y adeptos. En el ecuador del mandato demócrata además, se sitúan las elecciones legislativas de este año que los republicanos desean ganar con la base electoral de Trump, es decir, con los votos de aquellos que apoyaron la insurrección trumpista antisistema de hace un año. Así pues, con las bases sociales y políticas más polarizadas si cabe que hace un año, con los demócratas acometiendo un difícil mandato marcado por la alta inflación, la lucha contra el covid o la división interna del partido, un año después de los hechos históricos del Capitolio y en año electoral, los republicanos se enfrentan a tomar prestada la estrategia política de Trump pero eludiendo su figura como eje central para las elecciones a la Cámara de representantes este 2022 donde los resultados pueden contribuir en gran medida a determinar cuál será el verdadero nivel de apoyo a Trump para 2024 y decidir finalmente su candidatura. Con todo, un año después de la instigada insurrección, el diálogo público no ha parecido tranquilizarse con una división política aún más potenciada y quien jaleó la puesta en jaque del sistema legal desde el mismo corazón del poder parece tener secuestrado a un partido republicano con un control igual o más férreo que cuando ocupó la presidencia.