A ciudadanía vasca reestrena hoy parte de su movilidad, que ha estado restringida desde el pasado 25 de enero al municipio de residencia debido a los cierres perimetrales decretados por el Gobierno vasco ante el fuerte aumento de casos de covid-19 que se registró en Euskadi tras las fiestas navideñas. La sostenida reducción de nuevos casos y el paulatino alivio experimentado también en la presión hospitalaria, tanto en planta como en UCI, ha permitido que el Consejo Asesor del LABI permitiera relajar levemente esta restricción, con lo que los vascos y las vascas podremos circular libremente por la comunidad autónoma, aunque se mantiene el cierre perimetral de Euskadi. Este pequeño respiro no es, en ningún caso, una desescalada. No puede serlo, porque los datos epidemiológicos están aún muy lejos de permitir una mayor relajación de las restricciones, ya que la situación continúa siendo muy grave, y en consecuencia el resto de medidas continúan en vigor. De hecho, y pese a la ligera caída de nuevos contagios, la tasa de positividad sigue estando en el 4,2%, muy alta aún, y la tasa acumulada en 14 días por cada cien mil habitantes se sitúa en 208,71, a niveles del pasado agosto pero lejos del objetivo de bajar de los 60 establecido en el Plan Biziberri III, mientras que el número reproductivo básico alcanza el 0,91. El contexto, por tanto, aunque favorable, es de una evolución excesivamente lenta, con lo que la amenaza de nuevos brotes -más aún con distintas variantes del virus circulando peligrosamente entre nosotros- que hagan aumentar los contagios y, por tanto, la extensión de la pandemia es muy real. El anunciado aumento en la distribución de vacunas de Pfizer es, en este sentido, buena noticia, ya que -a falta aún de conocerse su distribución real- puede permitir un aumento en el ritmo de inmunización pero no posibilita aún bajar la guardia, pese a que los últimos datos indican que ya hay 55.000 vascos y vascas que han recibido las dos dosis necesarias. La flexibilización de la movilidad que arranca hoy debe administrarse, por ello, con toda la prudencia y mesura. Todos debemos actuar con la mayor responsabilidad y solidaridad, porque el riesgo de una vuelta atrás, y con la Semana Santa ya a la vista, está ahí y sería demoledor. El virus sigue destruyendo vidas y rompiendo familias.