O hay atisbo de duda en que para cada uno de los 141.715 inscritos en el desempleo en Euskadi los efectos socioeconómicos de la pandemia constituyen un drama personal que incluso será más acusado en los 3.072 que se han sumado al paro durante el mes de mayo, según el Ministerio de Trabajo. Si el desempleo, principal problema y mayor preocupación de la sociedad vasca durante la larga travesía de la crisis de 2008, parecía bajo control con porcentajes incluso inferiores al 9% hace apenas unos meses; el coronavirus ha incidido en el mercado laboral hasta forzar cifras de desempleo olvidadas. No en vano, esos 141.715 parados vascos de hoy son 27.842 más que los inscritos en mayo del pasado año y Euskadi tenía el mes pasado 946.886 afiliados a la Seguridad Social, lo que supone 2.084 menos que en abril (-0,22%) y 22.401 menos que hace un año (-2,31%), según datos del Ministerio de Seguridad Social. Pero sin ánimo de relativizar ni un ápice el desafío que el desempleo supone para la economía vasca, con mención especial a un paro juvenil -del total de parados vascos, 11.301 son menores de 25 años- cuyos porcentajes se siguen elevando por encima del 20%, es obligado aplicar cierta perspectiva a unos datos afectados asimismo por la utilización del Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) -se mantienen con expediente 100.300 de los 200.652 trabajadores que se acogieron a esta regulación- como herramienta para paliar los efectos de la parálisis económica en las empresas. Así, por ejemplo, esos 3.072 parados vascos más del mes de mayo suponen una ralentización evidente del crecimiento del desempleo -más en el sector industrial que en el de servicios- frente a los 10.974 que se sumaron en marzo y los 10.430 de abril. Y la variación en afiliaciones a la Seguridad Social (en el Estado se han perdido desde marzo 885.985 afiliados) es incluso menos acusada mientras 67.241 trabajadores en ERTE han vuelto a su puesto frente a 2.227 que se han sumado al paro. Todo ello, por cierto, respalda en el ámbito sociolaboral el interés del Gobierno presidido por Iñigo Urkullu en la recuperación de la actividad pese a que ese impulso político no ha sido siempre bien entendido y a veces hasta criticado por la oposición. El reto ahora es volver a convertir ese menos paro que en marzo y abril en más que el de junio y preparar un inicio de reactivación el último trimestre del año.