BAJO la vocación de compromiso con las demandas de las víctimas del franquismo y situarse como base para la elaboración de políticas públicas dirigidas a recuperar y dignificar la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista, el desarrollo legislativo sobre Memoria Histórica ha recorrido un importante camino que dio inicio con la Ley 52/2007 de ámbito estatal y a la que han seguido otras iniciativas legislativas como la de Nafarroa (Ley Foral 33/2013) , Catalunya (Ley 13/2007), Valencia (Ley 14/2017) o Andalucía (Ley 2/2017) entre otras, y donde no ha faltado Euskadi a través de la creación del Instituto de la Memoria-Gogora (Ley 4/2014). El anuncio del Gobierno vasco del trabajo de un borrador para una ley vasca de Memoria Histórica confirma la conveniencia de dotarse de un marco normativo que en este sentido desarrolle jurídicamente la gestión de la Memoria Histórica y complete la ley de 2014 del Instituto Vasco de la Memoria-Gogora tras la encomienda a un grupo de expertos de la elaboración de un texto articulado que se abrirá a consultas a la vuelta del verano. Son conocidas las actuaciones del Ejecutivo entorno a esta materia canalizadas a través de Gogora en distintos ámbitos (localización e identificación de víctimas, censo, símbolos y actos contrarios a la Memoria Democrática, apoyo al movimiento asociativo, divulgación?) y que la futura ley pretende confirmar con rango normativo. Con todo y a tenor de la prolífica gestión ejecutiva en esta materia, y que nos sitúa como una de las comunidades más avanzadas del Estado, no debiera dibujarse como incompatible un desarrollo legislativo sobre Memoria Histórica y la ampliación de competencias o fortalecimiento de la estructuras del Instituto vasco de la Memoria, cuyas funciones incluirían los mandatos de la norma y la propia ley refrendaría las actuaciones puestas en marcha y las del futuro (reconocimiento colectivo, espacios sobre la memoria o constitución de un Consejo vasco). En nuestros días la democracia ha alcanzado un grado de madurez que permite abordar la Memoria Histórica como el reconocimiento de una parte de la historia que fue negada y que ahora se descubre sin discursos dominantes ni silencios impuestos. Tras el desarrollo de las actuaciones vascas, la futura ley debe abrigar, sin disensos, las acciones siempre necesarias para el reconocimiento y la reparación de las víctimas.