EL multitudinario funeral celebrado ayer en Azkoitia, localidad natal de Xabier Arzalluz, expresidente del EBB fallecido el jueves, así como la incesante visita de dirigentes políticos y personas anónimas a la capilla ardiente y las innumerables muestras de pesar por su muerte y de cariño hacia su familia y también hacia su partido, el PNV, han sido la prueba en los últimos días de la talla, significación y reconocimiento a un líder trascendental para la reciente historia de Euskadi. Con contadas excepciones, algunas de ellas rozando la miseria moral o traspasando directamente la línea entre la legítima valoración crítica y el infundio o la maledicencia basados en falsedades y calumnias, la mayoría de los representantes políticos y mediáticos -incluidos sus declarados adversarios- han reconocido la figura de Arzalluz, su talla intelectual y política, su carisma y significación y su pasión y compromiso incondicional por Euskadi. La impronta y la relevancia política del que fuera máximo líder del PNV durante dos décadas decisivas trasciende con mucho a su partido y hunde sus raíces en el conjunto de Euskadi hasta nuestros días. Alcanza incluso al Estado español -donde fueron básicas sus aportaciones durante el periodo constituyente- y a Europa, en cuya Unión siempre creyó y por la que apostó sin fisuras desde su acertada metáfora, entonces, de las trece estrellas, incluyendo la de Euskadi. Ayer, la Asamblea nacional jeltzale rindió un merecido homenaje a Xabier Arzalluz durante el que se leyó una declaración en la que se señala que el legado del fallecido dirigente jeltzale consiste en “seguir levantando Euskadi. Día a día. Paso a paso. Voluntad a voluntad, hasta alcanzar el objetivo de una Euskadi libre y plena”. En efecto, si por algo se caracterizó la trayectoria política y vital de Arzalluz fue por la búsqueda incesante y hasta el último día de su vida de la libertad de la patria vasca y por su compromiso con la construcción nacional de Euskadi, siempre por las vías pacíficas y democráticas. Ése es su testamento político, que ha tenido la virtud de ser absolutamente transparente y público a lo largo de su dilatada vida. Con la muerte de Xabier Arzalluz, el PNV y Euskadi han perdido al gran líder que fue pero su legado, más allá incluso de ideologías distintas, quedará en la memoria colectiva de Euskadi.