L anómalo calendario que afronta el Athleticratifica el nivel de los organismos que dirigen el fútbol español. El agravio en relación al Valencia del que es víctima de cara a la vuelta de semifinales de Copa ocupó buena parte de la rueda de prensa de Aitor Elizegi, que vive en carne propia una circunstancia en absoluto novedosa. Lo pueden atestiguar aquellos que le antecedieron en el cargo. Al amparo del sentido común, su queja o denuncia es procedente, sin embargo carece de los resortes necesarios para reparar el mal hecho, al igual que les sucedió a otros inquilinos de Ibaigane. Da lo mismo si hay fechas alternativas disponibles, como señaló, pues su propia existencia denota la falta de ecuanimidad de los que tienen la sartén por el mango. En este caso concreto, Elizegi estuvo en su papel ante la opinión pública. De hecho, solo cometió un desliz al emplear como uno de los argumentos de su reivindicación que la filosofía del Athletic supone una dificultad añadida en la gestión de partidos tan seguidos. ¿Por qué?
Menos acertado se mostró cuando profundizó en varios de los asuntos que estaba cantado saldrían a la palestra. En la exposición de su "hoja de ruta" para los cuatro meses de mandato que le restan, citó en este orden la denominada Grada de Animación, la clasificación europea, el título de Copa y la reforma de los estatutos. Luego añadió la final de Copa del equipo femenino. Un menú que mezcla los deseos en el plano deportivo, que son muy legítimos aunque sean eso, deseos, con proyectos de carácter institucional que deberán someterse a la voluntad de los socios. Recordar que estos, en su momento, ya echaron para atrás en asamblea el referido a la ambientación de San Mamés, cuya defensa resulta más que cuestionable.
Se le apuntó que la grada, tal como está en la actualidad, acaba de acreditar su capacidad para apoyar a los jugadores en las rondas coperas. Elizegi replicó que lo que se pretende reubicando en un único espacio a los grupos supuestamente más proclives a exteriorizar sus sensaciones, es lograr que el campo sea una olla a presión en "partidos sin ese brillo". Un objetivo utópico según revela la historia. San Mamés vibra cuando la ocasión lo demanda y entonces lo hace en su totalidad, en cada localidad, al unísono, no en una zona específica de las tribunas.
Qué decir del ya manido tema de proponerle a Marcelino que no le corresponde. Una cosa es renovar jugadores y otra muy distinta renovar a un cuerpo técnico justo cuando se va a producir un relevo en la cúpula de la entidad. No se da por aludido. Y sostiene que "ocurra lo que ocurra" en los dos frentes competitivos de aquí al final de la campaña, no piensa cambiar de opinión. Sencillamente, está persuadido de que Marcelino es el idóneo para el puesto y si no estuviera en el club habría que ir a buscarle. Así se expresó y se quedó tan ancho.
Aparte de que en su afán de imponer a toda costa un criterio muy personal, Elizegi se equivoca de táctica, pues lleva meses colocando al Athletic en una posición de desventaja respecto al entrenador de cara a una posible negociación, se antoja razonable realizar la siguiente reflexión: ¿cuál sería la conveniencia de esta apuesta en la hipótesis de que los resultados no sean satisfactorios? Y desde luego, habría que definir qué se considera exitoso y qué no, habida cuenta las expectativas abiertas, aunque el presidente insiste en que la marcha del equipo en los últimos trece meses es formidable, pese a que objetivamente no lo sea.