SI todo transcurre según lo previsto, y eso es mucho suponer con el personaje, el Barcelona podrá anunciar hoy, fecha en la que la cláusula baja de 200 millones de euros a 120, el fichaje de Antoinne Griezman. O igual lo hace el delantero francés por su cuenta, montando otra perfomance capaz de dejar otra vez patidifuso al hincha culé besando el escudo del Bayern de Múnich, por ejemplo. Y a lo mejor lo vuelve a producir Gerard Piqué para que el combo sabrosón adquiera dimensión de ópera bufa.

Hace dos años por estas fechas, el polifacético central azulgrana también terció en otro asunto proceloso y con un sencillo “Se queda” en su cuenta oficial de Twitter, junto a una foto con su carita pegada a la de Neymar en plan colegas hasta la muerte que yo nunca te la meteré doblada, llevó la tranquilidad a la afición barcelonista. Y efectivamente, el brasileño se la clavó bien clavada a Piqué y a millones de culés. Un mes después el PSG pagaba los 222 millones de su cláusula de rescisión.

La capacidad profética de Piqué palidece ante la falta escrúpulos, principios, orgullo y lo que ustedes quieran añadir de la directiva azulgrana, que abraza a Griezmann pese al desplante descomunal, con alevosía y guionizado para desternille mundial.

Pero si asombroso puecde ser el fichaje de Griezmann más si cabe lo sería el regreso de Neymar al Camp Nou tras su espantada y demás agravios, como la demanda interpuesta en los tribunales de 30 millones por una prima de renovación, amén de otras circunstancias, y son muchas, realmente reprobables.

Neymar se fue del Barça para ejercer de divo plenipotenciario y medrar sin la sombra de Messi. Ahora añora el sol de la Ciudad Condal y la fragancia de una liga competitiva, pero sobre todo es el jeque Nasser Al Khelaifi quien está hasta el gorro de sus caprichos, torpezas, lesiones y escándalos, y le ha abierto la puerta de salida.

El reencuentro entre Neymar y el Barça parecía un absurdo cuando comenzó a navegar por los mentideros futbolísticos, pero ha tomado forma y hechuras en cuanto hace tres días Jordi Cardoner, vicepresidente del club blaugrana, aseguró ante la prensa que el jugador se les había ofrecido. En ningún momento descartó la operación, con lo cual se puede deducir que el Barça está haciendo cábalas y números para cuadrar estas operaciones multimillonarias y articular un relato para justificar tamaña transgresión financiera y al sentido común. Y ya lo tienen, con remembranzas bíblicas, para que el socio lo entienda: arrepentidos los quiere el Señor. Seamos pues misericordiosos.

El fin justifica los medios y por pedir que no quede: con el Bernabéu abarrotado en la presentación de Hazard, a la hinchada merengue no se le ocurrió otra cosa que gritar: “¡Y ahora Mbappé...!”.

Aquí, bien al contrario, se respira aire puro. Miren si no esos rostros juveniles de ahí arriba, con esas poses bizarras y miradas lúcidas, como dispuestos a comerse el mundo o en su defecto hacerse un hueco en el Athletic, que no es poco y además no queda otro remedio que rezar para que lo consigan. Sin mercado posibilista, so pena de reclutar a otro Kike Sola o hacerle un magnífico plan de pensiones a futbolistas en fase decreciente (todos esos que se fueron y ahí te quedas) resulta hasta placentero regresar a las esencias, ilusionarse con el fruto de la huerta. Confiar en la cantera. Gaizka Larrazabal, Asier Villalibre, Hodei Oleaga, Oihan Sancet, Iñigo Vicente y Daniel Vivian harán la pretemporada con el Athletic, y es muy probable que Larrazabal, Villalibre, Vicente y Sancet se queden en el primer equipo. Mejor esto que buscar donde no hay, o caer en el desespero y fichar a Kenan Kodro, con todos los respetos.