Porque la consecuencia inevitable de los 16 años de gobierno ininterrumpido de la canciller cristianodemócrata es -y tenía que ser- el retorno al poder del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán). Porque Merkel no gobernó jamás acorde con la ideología de su partido (CDU), sino con un pragmatismo obsesionado en tener la vida política fácil, lo que consiguió con creces. Dentro del cuadro directivo del partido de la CDU eliminó toda personalidad de valía para evitarse incordiantes aspirantes al poder. A su poder. Y en el Bundestag (Parlamento Federal) fue absorbiendo lo esencial del programa SPD-ista para que pareciera obra suya; de sus Gobiernos.

Ambos planteamientos fueron sendos éxitos. Pero también fueron a largo plazo unos triunfos catastróficos. La "falta de competidores por decapitación" le dio a Merkel tres lustros de gobernanza placentera, pero ha dejado un partido carente de líderes, programa y, sobre todo, de una ideología sólida y acorde con el momento histórico. Para un partido como el cristianodemócrata que defendió -con éxito variable y discutible- la opción política de un maridaje del capitalismo con la conciencia social, la "pax Merkel" ha sido una paz del cementerio. Sólo un milagro puede llevar a un político de la CDU a la victoria en estos comicios.

Pero si la herencia de Merkel ha sido nefasta para la substancia y directiva de la CDU, para el futuro electoral inmediato del partido también ha sido devastadora. Los éxitos del momento a base de usurpar ideario y programas socialdemócratas provocó una de las peores crisis del SPD de la postguerra, logró asimismo que la alianza gubernamental CDU/CSU-SPD fuera visto por la opinión pública alemana como la de un Gobierno cristianodemócrata solamente.

La consecuencia de ello es que todos los disgustos con el Gobierno se le atribuyen ahora a la CDU, potenciando así la alternativa socialdemócrata. Pero, sobre todo, esa identificación Gobiernos CDU/CSU-SPD con la CDU ha dado alas a los partidos menores. Los verdes se han erigido así en la tercera fuerza política de la República Federal; los liberales (FDP) están resucitando después de años bordeando la desaparición; y por los extremos también crecieron los respectivos partidos AfD (derecha radical) y Die Linke (neo comunismo).

En principio, la proliferación de opciones políticas es un avance democrático, pero la estabilidad parlamentaria no gana un ápice con esa proliferación. No se puede pensar en absoluto en que la República Federal de hoy en día se asemeje políticamente a la República de Weimar (entre el final de la I Guerra Mundial y la aparición del III Reich), pero sí que se ha alejado claramente de la muy estable RFA del Bundestag de los tres partidos : CDU/CSU, FDP y SPD.