hace poco más de un año Armenia asombraba al mundo con una revolución insólita: hecha por un solitario -Nicolás Pashinian-, contra el aparato policial y administrativo del partido gubernamental del momento (Republicano) y contra el apoyo que este partido recibía de Rusia, nación de la que depende Armenia para sobrevivir.

Y hoy Armenia y Pashinian (ya jefe de Gobierno) siguen asombrando: Es la primera vez que un presidente del Consejo de Ministros hace un llamamiento al pueblo para bloquear una rama de su propia Administración: la Justicia.

La explicación inmediata de todo esto radica en un proceso penal contra un antecesor de Pashinian -Roberto Kotsharian- al que se acusa ahora de ser el responsable directo de la muertes de 10 personas (8 civiles y 2 policías) en el año 2008, al ordenar a las fuerzas de seguridad que disolvieran a tiros las protestas populares.

Los acontecimientos así como los documentos oficiales de aquellas fechas son confusos o faltan y los magistrados acabaron en 2018 sobreseyendo la causa por falta de pruebas. La Administración de Pashinian recurrió, Kotsharian volvió a ser encausado y dejado de nuevo en libertad (también por insuficiencia de pruebas) el pasado 18 de mayo. Así y todo, Kotsharian afirma que todos esos procesos no son más que una venganza personal de Pashinian. Kotsharian es el único jefe de Estado de una república de la antigua URSS que ha tenido que comparecer ante la Justicia por sus acciones gubernamentales.

Este fallo se lo tomó Pashinian por el pincho, como un ataque a su persona y cargo, y apeló a la población para que bloquee la sede de los tribunales en la capital, Eriván.

Una segunda razón de la maniobra del actual jefe de Gobierno es que la situación en la pequeña nación (29.743 km2, 3 millones de habitantes y una renta per cápita de 10.000 $ anuales) sigue siendo mala y que el Kremlin sigue apoyando al partido Republicano, pese a que ahora este ni siquiera está en el Parlamento armenio.

Pashinian teme que entre el descontento popular y los tejemanejes de la oposición su cargo esté en peligro y ha renovado una de las promesas que más partidarios le trajo cuando era jefe de la oposición: reformar el aparato judicial para acabar con la corrupción. Al fin y al cabo -dijo y dice- todos los magistrados y funcionarios de la judicatura fueron nombrados por los Gobiernos del partido de los Republicanos.