ANTO contratiempo era un contrasentido. ¿Acaso no se llamaba La Avanzada y estaba garantizado el retraso a nada que uno se metiese en esa carretera en hora punta? Durante años y años se han formado en esa travesía unas caravanas desquiciantes, más largas que las de los tuaregs en el Sahara o las de la antigua ruta de la seda. Las obras de remodelación del llamado enlace Kukularra llegan a su fin con la esperanza de que serán capaces de deshacer ese nudo gordiano de coches que vienen y van, un problema de tráfico de difícil desenlace.

Hoy entrarán en servicio los nuevos ramales de Kukularra y ya se santinguan los usuarios habituales, pidiendo a los disoses del tráfico que todo se descogestione. Era tan grande la herida en el tráfico de esa zona que nadie está seguro de que esa pomada cicatrizante surta efecto a las primeras de cambio. Son miles quienes cruzan los dedos.

Ha sido una larga espera pero cualquier tiempo dedicado a dar con la solución merecerá la pena, sin duda. Con esta actuación ahora cerrada se incrementa la capacidad de la vía al incorporar un segundo carril al tráfico desde la Avanzada, y uno más desde Rontegi, además de mejorar la seguridad del tramo al eliminar el trenzado existente. Un dos por uno que suena de maravilla, habida cuanta que la vía soporta una media aproximada de 160.000 vehículos diarios (hay que esperar a la construcción de la gran variante de Bizkaia: la segunda fase de la supersur y el túnel bajo la ría y todo desemboca en este punto negro...), todo un aluvión de tráfico rodado.

Los relojes que miden los plazos nos avisan que han llegado con retraso. No cabía esperar otra, ya les dije, tratándose de esa zona. Los trabajos han llevado 26 meses y la inversión ha ascendido a once millones de euros. Son números que marean pero bienvenidos sean si serenan a quienes ya no podían más con tanta espera.

A los cielos han llegado durante estos años miles y miles de juramentos y a las oficinas de la Diputación Foral de Bizkaia otras tantas quejas. Desde allí nos recordaban que el tan temido trenzado provocaba frenazos, lo cual no solo era un problema grave de seguridad, sino que también ralentizaba la marcha de los vehículos en las horas punta. Además de la ejecución del paso inferior, se ha ampliado en un carril del ramal por el que transcurre La Avanzada - Txorierri.

El fin de las obras se ha celebrado desde todos los ángulos. Porque si es cierto que las caravanas desesperan basta con oír la sencuencia de obras para saber que al otro lado pasaron también las de Caín. Los equipos han tenido que trabajar en un nudo de autopista rodeado de tráfico y mantener la autopista en servicio, minimizando las afecciones, lo que ha supuesto tener que realizar numerosas actuaciones nocturnas. El propio terreno en el que se han desarrollado los trabajos era todo un desafío al afectar a muchos y muy variados servicios como drenajes y telecomunicaciones y tratarse de terrenos con inestabilidades e incertidumbres geotécnicas. Aquí respira todo el mundo. Veremos cómo funciona porque si la nave va mucha gente va a desenfundar champán.