HÍ está la puerta medio abierta sin que esté claro cuáles serán los siguientes acontecimientos: si no se cerrará de un portazo por una mala corriente o si entrará, por las rendija, un hilo de luz y un soplo de aire fresco. El Consejo Asesor del LABI, como ya sabrán, ha decidido que Euskadi pueda moverse de habitación en habitación, acostumbrándose a la movilidad. Lo que en cuestiones domésticas se llama estirar las piernas. Digamos, por seguir con la metáfora, que podemos salir al jardín pero no podemos cambiar de aires al buen tuntún.

¿Era lo previsible? Uno diría que sí. Esta o unas medidas semejantes. Como quiera que tampoco somos testigos de una nueva primavera (aunque sea cierto que ha templado el clima y ya no son tan trepidantes los rayos y centellas de contagios y fallecimientos a mansalva...), lo lógico es que el retorno a los viejos tiempos se vaya haciendo a paso lento, asegurando cada paso antes de dar el siguiente, Nada que no haríamos en circunstancias privadas. La recuperación siempre se gestiona de pocos en pocos. ¿Acaso uno se pega un atracón recién salido de una gastroenteritis aguda? No. Arroz blanco, caldos y cada día un poquito más. Y así hay cientos de ejemplos que llevarse a la boca.

Una segunda lectura es la de la fecha en la que se permitirá cruzar el umbral: el martes, 9 de marzo. ¿Por qué?, se preguntarán los más suspicaces. En el horizonte aparece la fecha del 8 de marzo, una fecha que ya se marcó en negro hace ahora un año, cuando las manifestaciones en defensa de la mujer trabajadora fueron señaladas como uno de los focos de contagio más persistentes por los encuentros y el avanzar, codo con codo, en las reivindicaciones de los derechos de la mujer. Entonces faltaba la información que hoy nos sobra, casi hasta la saturación. Lo que preocupa de esta expresión es el "codo con codo", no tanto la reivindicación ni la justa lucha. Por eso han dicho el 9, para no dejar abierta la tentación de unirse en un punto en común, llegando, cada cual, de no sé qué latitud. Todas en cercanía y sin mezclarse, vienen a decirnos. Al menos esa es la interpretación más sensata. Una defensa de la salud pública.

Visto así, parece que la lógica no debiera provocar revuelo. El problema es que con todo este año a nuestras espaldas, eso que llaman la fatiga pandémica no nos deja pensar con total claridad. Hagamos el esfuerzo y pensemos que es un paso adelante.