O pensemos en lo que es necesario porque ya no lo es: se ha convertido en un paso obligatorio. Fue Marco Aurelio quien nos dijo que cuando te sientas obligado a inquietarte por las cosas que suceden alrededor, retorna rápidamente a ti mismo y no te apartes de tu ritmo más de lo que sea necesario. Porque serás más dueño de la armonía cuanto más a menudo retornes a ella. Ese regreso en ocasiones ya es imposible porque el progreso cerró las vías de retorno, pero sí impulsan a pensar en soluciones que propicien vías de escape.

Quiere decirse que las civilizaciones modernas han de corregir el rumbo que les trajo hasta hoy sin tener en cuenta peaje alguno. Desde el siglo XX y sus adelantos todo fue un frenesí hacia delante, sin mirar cómo se dejaba el camino. Han sido tantos los estragos que ahora resulta inevitable combatir los efectos ocasionados por la generalización, durante la segunda mitad del siglo, de un modelo de transporte urbano basado en el coche particular. Los inconvenientes de este modelo, entre los que destacan la contaminación del aire, el consumo excesivo de energía, los efectos sobre la salud de la población o la saturación de las vías de circulación, provocan una voluntad colectiva por encontrar alternativas. Hablamos de la movilidad sostenible.

Bilbao acogerá el otoño entrante el segundo Congreso Internacional sobre movilidad urbana sostenible SUM 2021 que abordará la transición energética, las posibilidades que brinda el hidrógeno, las energías limpias y la descarbonización de la energía; la gobernanza para la mitigación del cambio climático y una pertinente digitalización e innovación. Una movilidad que se abordará desde la perspectiva de que sea conectada, accesible y planificada. Una movilidad donde el avance y el progreso no dejen tras de sí un rastro nocivo e imperecedero, una fea huella que incomode la vida diaria y ponga en peligro el planeta.